De la lectura en la vida adolescente recordaba apenas un par de ideas de la novela ‘El túnel’, de Ernesto Sábato (1911-2011). La palabra insensato, y la idea de un túnel oscuro y solitario, el del pintor Juan Pablo Castel, que narra en primera persona su tormentoso amor, tal vez el más intenso de su vida, con María Iribarne, un mujer que le causó la peor de las paranoias, la que lo llevó a cometer un alevoso crimen.
“En todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío, el túnel en que había transcurrido mi infancia, mi juventud, toda mi vida”. Desde las primeras páginas de la primera novela de Sábato, editada en 1948, se advierte la presencia de un personaje que ha sufrido todos los trastornos de la sociedad: los celos, la baja autoestima, etc. El insensato de la novela es el mismo pintor, calificado así por Allende, el esposo ciego de la mujer que el endemoniado Castel acababa de asesinar.
Lo importante de releer a Sábato es darse cuenta del manejo del lenguaje, la descripción de lugares y episodios que no dejan dudas, ni siquiera para quienes nunca han estado en Buenos Aires y en sus alrededores. Salvo por las escenas coloquiales en las cuales los diálogos se transcriben tal como se hablan (palabras graves que se pronuncian como agudas), el escritor manejó una prosa impecable. Falleció poco antes de cumplir 100 años y escribió decenas de ensayos, solo tres o cuatro novelas, de las cuales también destaca `Sobre héroes y tumbas’, editada en 1961, considerada por la crítica como la mejor novela argentina del siglo XX.
A Sábato se lo recuerda también por su compromiso social, por su militancia política de izquierda, pero de esa izquierda autocrítica, sin sectarismos, capaz de denunciar sin ambages las arbitrariedades del estalinismo. En su biografía consta que en 1933 fue secretario general de la Federación Juvenil Comunista, pero al año siguiente comenzó a dudar sobre el comunismo y la dictadura de Stalin. Obtuvo una beca para estudiar en Moscú y luego de esa experiencia reflexionó: “Era un lugar en donde uno se curaba o terminaba en un gulag o en un hospital psiquiátrico”.
Enemigo acérrimo de los regímenes totalitarios, el expresidente Raúl Alfonsín lo delegó para presidir la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. El resultado de esto fue la presentación de un extenso informe denominado ‘Nunca más’, que fue el punto de partida para el juicio a los militares que dominaron a sangre y fuego al pueblo argentino entre 1976 y 1983; tampoco escatimó críticas al peronismo y a su creador, Juan Domingo Perón.
Sábato, que también fue un artista plástico, se ancló en la literatura para suerte de los lectores. “Hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad y es no resignarse”, fue una de las tantas frases de este gran escritor argentino.
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