De reiteraciones y de temores

El año que se va deja para América Latina la repetición de errores que en el pasado han dejado sus funestas consecuencias en la sociedad en su conjunto. Por un lado, no hemos sabido aprovechar la bonanza de los buenos precios mundiales de las materias primas que produce la región. Ya se pronostican tiempos menos favorables para los años que vienen. Mientras los ingresos fluían a las cajas fiscales, en varias partes de nuestro subcontinente, gobiernos populistas hacían un mal uso de los mismos fortaleciendo la idea aquella que afirma que: los gobiernos populistas son hijos de la abundancia. No vemos en los ingresos oportunidades para consolidar infraestructuras en áreas claves como la educación, la salud, las comunicaciones, la generación de empleos, sino por el contrario se reparten los ingresos en forma dispendiosa con el solo propósito de dar por fin “algo” a los millones de pobres de nuestra América Latina.

Lo único cierto en estos casos es que la pobreza en vez de disminuir continúa creciendo y que los miserables subsidios solo generan una mayor mendicidad y sometimiento para los excluidos de siempre. Estos gobiernos solo incrementan el tono de sus amenazas y el claro sesgo autoritario de sus acciones. Buscan legitimar sus medidas populistas sobre la base de la coerción y el sometimiento arbitrario a una justicia muchas veces servil al poder político y poco dado a dar a uno lo suyo. Estamos caminando en círculos en un tiempo que con claridad de visión y búsqueda de consensos hubiera sido el período de despegue de una economía cuyos números grandes son positivos y, los pequeños continúan sin bajar a una población analfabeta y hambrienta que se contenta con lo poco para consolidar su permanente humillación.

Requerimos aprender de lecciones del pasado y de hechos que se dieron en otros países en períodos diferentes pero que hoy con la reiteración que vemos parece un ideal muy lejano. Pasamos de la euforia circunstancial a los temores de una crisis económica mundial que a pesar de encontrarnos mejor parados, es indudable que impactará de manera negativa sobre nuestra realidad política y social. El buscar un chivo expiatorio para todo dejará de ser un argumento convincente o atractivo y volveremos a la racionalidad pero con el agravante de haber perdido una magnífica oportunidad para construir sociedades más justas y estados mejor estructurados.

El año que se viene será el del realismo luego de la borrachera populista. Algunos tendrán nostalgia de este tiempo del despilfarro pero como toda cosa en la vida: la oportunidad habrá pasado y solo habremos concluido que las reiteraciones y los temores nos volverán a dejar en el mismo puerto luego de una larga e infructuosa navegación en círculos.

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