La consulta popular es una realidad. El presidente de la República, Lenín Moreno, así lo ha hecho saber en su espacio de este lunes. Para ello se receptarán las propuestas de la ciudadanía hasta el 26 de septiembre y, luego de un análisis cuidadoso, serán presentadas por el presidente el próximo 2 de octubre al país.
Pese a que han surgido en estos días algunas voces críticas e interesadas que se han apresurado a cuestionar la necesidad de una consulta popular, la coyuntura así lo demanda. Es necesario reinstaurar la democracia, fortalecer la institucionalidad y recuperar la independencia de los poderes del Estado.
Es cierto que los daños hechos por el correísmo a la democracia son contundentes y, para subsanarlos, ameritaría mucho más tiempo, incluido la realización de una nueva Asamblea Constituyente. Sin embargo, la delicada situación económica y social obliga a que el tiempo invertido a lo político sea más acotado y puntual. Es decir, a lo estrictamente necesario.
De esto es consciente el presidente Moreno. De igual modo, se ha dado cuenta que no podrá avanzar en su lucha contra la corrupción con las actuales autoridades de control (fiscal, contralor, procurador, presidente del Consejo de la Judicatura, etc). Sirva como ejemplo lo ocurrido con el fiscal General, Carlos Baca Mancheno. En los primeros 17 días de estar a cargo del caso Glas no ha formulado mayores pedidos que sustenten las acusaciones formuladas por la fiscal Diana Salazar. Es decir, no se está actuando con todo el vigor de la ley.
De ahí de que la mejor alternativa para cambiar la actual situación sea una consulta popular. Una consulta que termine de una vez con el mal llamado Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, se nombren nuevas autoridades de control y se conforme una comisión ciudadana que, como se ha mencionado en estos días, coordine este proceso de transición.
Independientemente de los temas o preguntas que sean incluidas en la consulta, lo importante no solo está en recurrir a la voluntad del pueblo, sino que esto sea parte de un proceso paulatino de reinstaurar y fortalecer la democracia a través de la participación.
Reinstaurar la democracia, en un escenario en el cual los ciudadanos tienen serias dificultades para orientarse luego de 10 años de autoritarismo, manipulación y miedo, pasa ahora por dar sentido y forma a lo político.
Hablar de democracia en los actuales momentos no significa solamente renovar la promesa de libertad, igualdad y garantía de derechos. Es devolver o reconstituir la institucionalidad para prevenir la acumulación de poderes. Proteger al individuo de las invasiones y abusos del poder público. Hacer imposible el regreso del despotismo, la impunidad y la corrupción. Recuperar la capacidad del ciudadano para juzgar, sancionar y exigir una real rendición de cuentas del poder político.
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