La Unidad de Inteligencia de The Economist acaba de publicar su Índice Democrático 2014 y en el mismo se anota un serio retroceso en la región. La mayoría de países latinoamericanos califica con notas deficientes en los seis factores considerados como constitutivos de la democracia liberal: acceso a las urnas, proceso electoral y pluralismo, libertades civiles, funcionalidad del Gobierno, participación política y cultura política. A partir de estos seis factores se definen cuatro grupos: democracias plenas (Uruguay y Costa Rica), democracias imperfectas (Colombia, Chile, Brasil Argentina, México y otros), regímenes híbridos (Ecuador, Venezuela, Bolivia y otros) y regímenes autoritarios (Cuba y Haití). El Índice tiene varias sorpresas. La que más nos llama la atención es la clasificación del Ecuador como un Régimen híbrido. Es decir, nuestro país ya no sería una democracia, ni plena ni imperfecta, pero tampoco calificaría como un Régimen autoritario. Estaríamos en la mitad entre autoritarismo y democracia, con elementos de uno y otro regímenes.
A mi entender, el Índice mencionado falla en dos aspectos fundamentales que, al menos en el caso ecuatoriano, hacen inadecuada esa clasificación. Primero, la categoría “híbrido” no dice nada. Todos los regímenes políticos, desde las democracias más perfectas hasta los autoritarismos más consumados, son híbridos. La pureza en cuanto a regímenes políticos no existe. Así, decir que un país tiene un Régimen híbrido constituye una obviedad. Segundo, la razón por la que seguramente nos ponen en la categoría de hibridez debe obedecer a que marcamos una buena nota en “funcionalidad del Gobierno” y “acceso a las urnas”, porque en los demás factores francamente nuestros puntajes tendrían que ser bien bajos o, ¿goza, acaso, nuestro país de pluralismo, respeto a los derechos civiles, participación política de quienes se oponen al Gobierno y una cultura política democrática? La respuesta es no. Pero, además, y ese es mi punto, una alta “funcionalidad del Gobierno”, y el “acceso a las urnas”, no son, de ninguna manera, elementos contrarios a los autoritarismos. De hecho, se pueden encontrar muchos ejemplos de regímenes autoritarios con gobiernos eficientes y muchos más que usan las elecciones como instrumento de legitimación del poder y no de alternancia.
Aquello precisamente ocurre en el Ecuador y se constitucionalizará con la reelección indefinida. Por ello, el Índice de The Economist se equivoca con nosotros. Por supuesto que ya no somos una democracia. Pero si bien no tenemos un Estado desecho como Haití o Venezuela, desde hace rato que las elecciones dejaron de ser un mecanismo de alternancia, lo cual, sumado a los demás factores, dan con creces la calificación de un Régimen autoritario. Y eso es el Ecuador y hay que decirlo con todas sus letras.