Reforma educativa

Se puede afirmar, casi sin riesgo de equivocarse, que el destino del Ecuador estará determinado por la calidad de educación que reciban niños y jóvenes en los presentes años. En el mundo en general, y muy particularmente en la región, todos los países, de una u otra manera, tienen como asunto prioritario una transformación de la educación que permita a las nuevas generaciones enfrentar con éxito los desafíos en un escenario cada vez más global. Formar el recurso humano que investigue, innove, busque soluciones para las dificultades que presentan todas las áreas del conocimiento, es el reto mayúsculo de los días actuales. Lograr asimismo que aquellos que no alcanzan la formación de tercer nivel sean personas con las habilidades técnicas suficientes como para conseguir empleos de calidad pero que, además, tengan una formación integral que les permita aprehender y entender su entorno conforme sus propias creencias y convicciones, resulta también fundamental. No se puede entender el desarrollo de un país y de su conglomerado si estos elementos, distintos de los meramente materiales, no se encuentran y cuentan como los prioritarios en sus metas y objetivos. De ahí que todos los esfuerzos que se realicen para alcanzar esos logros hay que mirarlos con cierta complacencia.

Sin embargo, en países como el nuestro donde los problemas económicos están a la orden del día el margen de equivocación para la adecuada inversión de recursos tiene que reducirse al mínimo. En consecuencia, no se pueden desperdiciar opiniones o criterios de expertos que han destinado toda la vida a la tarea de enseñar o a trabajar en labores de planificación y administración educativa, en beneficio de políticas que básicamente nacen desde lo conceptual, sin que existan las experiencias suficientes que den cuenta que el camino trazado será el que nos va a arrojar los mejores resultados.

Esta búsqueda y diseño de nuevos derroteros en la formación de las nuevas generaciones tiene que hacerse en conjunto con las personas que están inmersas en el mundo educativo público Y privado. Seguramente todos tendrán algo que aportar. Difícilmente esta es tarea de iluminados. Peor aún si se considera que es un proceso que tendrá que sostenerse en el mediano y largo plazos para poder apreciar los resultados en no menos de unos 10 años.

Nadie puede considerar que la educación en el Ecuador atraviesa por un buen momento y una de las peores desgracias ha sido que la Universidad y el gremio de los educadores fue botín de un grupo político que confundió su agenda propia con la del país. Esto ha tenido un costo muy alto. Pese a ello existe, por excepción, un elemento humano que a pesar de haber padecido carencias formativas ha sobresalido en distintos destinos y desafíos. Aquello hace confiar que hay materia suficiente para que, con una adecuada formación, el destino de este país cambie radicalmente. Siempre y cuando no se quieran suplantar viejos y anquilosados dogmas por nuevas supercherías de dudoso efecto.

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