Ciertos analistas mantienen, y no sin razón, que uno de los principales factores que precipitó la crisis bancaria de 1998-1999 fue la reforma a la Ley General de Instituciones Financieras en 1994, mediante la cual se introdujo el concepto de banca universal y se debilitó la estructura de la Superintendencia de Bancos. Amparados por el nuevo marco legal, los bancos entraron a ofrecer diversos servicios y productos diversificando sus operaciones más allá de lo que la banca convencional venía haciendo. Abrieron “oficinas” en el exterior, denominadas off-shore que no eran más que buzones de correo, las mismas que captaban en el Ecuador dinero del público en dólares y los utilizaban para financiar las operaciones de empresas vinculadas a los dueños del capital.
Los dólares nunca salían del país rumbo a la off-shore. Los estados financieros de estas oficinas no se consolidaban con los balances de la casa matriz, por lo cual la autoridad de control quedaba totalmente marginada para supervisar sus operaciones. La primera señal de alerta que las cosas no estaban del todo bien, se produjo en 1995 cuando una serie de financieras pequeñas comenzaron a experimentar dificultades, lo que finalmente derivó en su quiebra y posterior liquidación. A partir de esta minicrisis, la Superintendencia de Bancos comenzó a exigir informes a los bancos locales sobre sus operaciones en el “exterior” y a obligarlos a consolidar las cifras con la casa matriz. Cuando esto aconteció ya era muy tarde, la situación de gran parte del sistema financiero era precaria debido principalmente a malas prácticas bancarias. En 1997 el fenómeno de El Niño arrasó la infraestructura productiva de la costa ecuatoriana afectando aún más la calidad de la cartera de los bancos de la Costa. En 1998 la cantidad y el precio de las exportaciones privadas disminuyeron, y el precio del petróleo se desplomó, lo que repercutió en las cuentas del sector externo y las finanzas públicas.
La economía cayó en recesión y se desató la crisis bancaria. En los EE.UU. en 1999, el Congreso eliminó la ley conocida como Glass-Steagall aprobada después de la Gran Depresión para separar el negocio bancario de la banca de inversión y de los seguros. Los grandes bancos comerciales comenzaron a ofrecer servicios para los cuales no estaban preparados, ya que no contaban con personal experimentado para una operación de esa envergadura. La crisis del 2007-2008 puso en evidencia los excesos de instituciones financieras mezclando operaciones tradicionales de la banca comercial con actividades vinculadas a la banca de inversión y seguros. Hoy se reconoce que fue un error eliminar aquella ley, como también aprobar la ley bancaria en el Ecuador en 1994.