Nostálgico por cierto pasado que hoy me resulta irrecuperable, malhumorado por el presente que sin duda es caótico, y con pocas expectativas sobre un futuro esquivo, recordé un tic del siglo XX. La creación de cápsulas del tiempo.
Un grupo de arqueólogos encontraron la semana pasada la cápsula del tiempo Steve Jobs. Fue enterrada en 1983 en Aspen y contenía sorpresas tecnológicas de ese momento: Jobs guardó allí el ratón Lisa, que había utilizado para presentar una conferencia; dos cubos rubik; un guión de la serie Hill Street Blues; una cámara de fotos instantáneas y algunas cervezas.
Las cápsulas del tiempo comenzaron a fabricarse en Estados Unidos hacia 1937, y la última fue enterrada en 1975. Cerca de 40 años duró esta pasión por ocultar objetos que fueran capaces de explicarnos dentro de 5 000 años. De las 4 cápsulas y criptas del tiempo enterradas en el siglo XX, la de Nueva York es la más interesante y la más antigua (1938): fue pensada para ser abierta 5 000 años después (6939). Tiene la forma de un cilindro de 2,30 metros de largo, diseñado y construido por técnicos de la Westinghouse Electric Corporation. Y fue enterrado a 17 metros de profundidad. Se incluyeron reproducciones de obras de Picasso; una Biblia en 300 idiomas; un ejemplar de ‘Lo que el viento se llevó’, de Margaret Mitchell; un cepillo de dientes; y mensajes críticos sobre la condición humana de Thomas Mann y Albert Einstein. Esta cápsula fue enterrada en Nueva York el 23 de septiembre de 1938.
Como algunos contenidos perdieron vigencia rápidamente, fue actualizada en 1965 con información sobre la Segunda Guerra Mundial; la bomba atómica; la aviación a chorro; y los primeros intentos de viajes espaciales. La cápsula de 1965 integró un bikini; píldoras anticonceptivas; un disco de los Beatles y una pieza teatral de Eugene O’Neill.
Una pregunta pendiente para los científicos es si realmente la gente que encuentre este tipo de mensaje cifrado sobre la evolución de la humanidad podrá entender algo con un mero objeto que poco puede explicar sobre la complejidad del ser humano. Incluir música de Bach, imágenes del Taj Mahal o detalles de los órganos sexuales, no siempre explica el mundo.
Habrá que ver qué ocurre en 2025 cuando saquen en Nebraska un cajón inmenso, con un Chevrolet Vega 1975, una moto Kawasaki azul, un sartén de teflón y un bikini. A lo mejor alguien le ve la cara a Dios. Es más, quisiera proponer una cápsula para que el futuro conozca (y no se pierda) lo que hemos vivido los venezolanos estos 15 años. Me anima el placer de compartir este paraíso. Mi cápsula tiene un CD con todos los Alo, Presidente; un gallinero vertical; la lista de Tascón; un vergatario; las acusaciones homofóbicas de Pedro Carreño en el Parlamento; la planificación urbanística de la Misión Vivienda; un rollo de papel higiénico; el estilo de vida de ricos y famosos; el pajarito de Nicolás Maduro; una réplica en cera de un guardia nacional, con un avioncito de Air France en el bolsillo; las declaraciones juradas de bienes (de antes y después de entrar en el gobierno) de funcionarios del gobierno; la poesía completa de Isaías Rodríguez… Me quedo corto.