Como dulcemente recomendaban las abuelitas en los viejos tiempos, antes de las actuales vainas revolucionarias, de radicalizaciones y sobresaltos, es decir cuando las abuelitas podían tranquilamente dedicarse a tejer bufandas y a hacer miñones:
1.- Controla a los medios de comunicación, a como dé lugar y diga lo que diga la comunidad internacional (que al final del día está compuesta por un par de gringos despistados). Crea la noción de una verdad oficial, más indiscutible que un dogma, más sólida que un precepto bíblico, y machácala hasta el infinito. No dejes que nadie dude de la verdad oficial. A los que duden, e incluso a los que se atrevan a cuestionar los principios indiscutibles, castígalos con toda la fuerza de la que dispongas. Si fuera necesario humíllalos en público, descalifícalos e incluso duda de su inteligencia.
2.- Crea un sistema basado en el miedo. Preocúpate en serio de que la gente tema, de que se preocupe constantemente, de que viva en virtual estado de paranoia. El sistema tiene que procurar que aquellos que no te sigan, que no estén de acuerdo contigo y que te cuestionen, se sientan constantemente acosados, que sepan que se han metido con una criatura grande, que se asusten, que reciban amenazas, que tengan cuidado de prender la televisión, la radio o de salir a la calle. Que se cuiden las espaldas.
3.- Hazte dueño y señor de la patria, así podrás acusar a tus opositores de traidores y de antipatrias cuando no cumplan con tus designios. Encarna tú mismo al Estado y al Gobierno. Preocúpate de controlar todo de forma milimétrica. Asegúrate de que nadie mueva un dedo sin tu autorización. No dejes escapar ningún detalle y deja bien en claro que quien manda eres tú. No permitas que nadie te haga sombra, ni toleres que nadie compita contigo, que sea más inteligente que tú. Ni vaya a ser que alguien se destaque más que tú, ni que pueda hacerte competencia de ningún tipo. Simboliza y personifica tú mismo todo, de modo que no haya poder más poderoso que el tuyo, ni autoridad que pueda mirarte a los ojos sin temblar. Sé tú el himno y el escudo, el mar y la montaña, la selva y las islas.
4.- Personifica e interpreta al pueblo como solamente tú puedes hacerlo. Siente y escucha el sentimiento popular que te llama a ti, solo a ti. Sé a un tiempo el desamparado y el tullido, el desalojado y el preso sin sentencia, el mendigo y la madre soltera, el desempleado y el enfermo, el empleado público despedido y el vendedor informal.
Que el pueblo hable a través tuyo, personifícalo como solo tú puedes. Sé tú el pueblo y que el pueblo se identifique en ti. Que nadie te arrebate esta incorporación gozosa.