Una amiga mexicana me recordó cómo una tragedia cambia a la sociedad. Ella recordaba el terremoto de México de 1985. El PRI nunca pudo con la dimensión de la tragedia, pese a su alcance en todos los estamentos sociales y funciones del Estado.
Fue la sociedad la que aprendió a organizarse para ayudar y luego reconstruir desde vecindarios hasta nuevas formas de organización política.
Sin duda alguna, lo mismo va a pasar con la sociedad ecuatoriana frente al terremoto en las costas de Manabí.
Si las redes sociales son apenas una indicación, la sociedad reaccionó inmediata y solidariamente a la tragedia. Las empresas hicieron lo mismo. La comunidad internacional, igual.
Pero el terremoto no solo debe remover conciencias, el eje de las prioridades, también. Eso incluye, por supuesto, el Estado, bajo la conducción de Alianza País.
Es el momento de que ese Estado recapitule y realinee sus prioridades para emprender lo más rápidamente la reconstrucción y la ayuda a los más pobres, a los que perdieron todo y no tienen donde vivir. Un Estado solidario no puede seguir gastando en grandes diseños y veleidades cuando hermanos ecuatorianos no tienen donde dormir y han perdido sus medios para trabajar.
Aquí algunas ideas:
El proyecto Ciudad Yachay que está en planos puede esperar o, mejor aún, cambiarse por el Ciudad Pedernales. Es una oportunidad única para poner capitales a inversión en una ciudad planificada, segura, con viviendas y edificaciones antisísmicas, en donde la comunidad internacional y nacional puede unir esfuerzos para reconstruir población por población, en la misma línea que alguna vez el Gobierno de Alianza País pensó en ciudades del milenio.
Es un proyecto concreto donde pueden entrar todos, desde Ingenieros sin Fronteras, pasando por empresas internacionales y la cooperación internacional. Un proyecto así, pondría a trabajar a cientos (tal vez miles, de acuerdo al flujo de fondos que logre conseguir el Gobierno) a trabajar precisamente en la zona afectada donde miles perdieron su empleo.
Segundo, miles de niños, adolescentes que perdieron padres y familiares podrían volver a tener una sonrisa si tan solo la Secretaría del Buen Vivir de Freddy Ehlers se cierra para abrir con su presupuesto tres orfanatos con bibliotecas de libros, juguetes, música y computadoras. Este capital semilla puede ser la base de muchas otras iniciativas que ayudarían a superar el trauma de estos pequeños.
Por último, hay que realinear la política internacional para insertar al Ecuador otra vez como una prioridad para la cooperación internacional. El Gobierno hizo antes todo lo posible para ahuyentarla, pero ahora todos los fondos no reembolsables ayudan para una rápida reconstrucción.
Las miles de familias damnificadas se merecen que dejemos la soberbia a un lado.
Seguro que Cancillería puede realinear sus prioridades para que esto se vuelva una tarea de largo plazo. En síntesis, es hora de cambiar nuestras prioridades por los más necesitados y por el país.