Rebeldía popular

Contemplamos con desánimo y vergüenza los acontecimientos suscitados en los períodos precedentes y posteriores a la segunda vuelta.

Múltiples acciones propagandísticas a favor de los candidatos oficiales coparon informativos de las estaciones de radio, televisión y prensa gubernamentales. La utilización de medios de transporte estatales en gestiones proselitistas fue evidente. La parcializada conformación del Consejo Electoral constituyó otro elemento de duda y preocupación.

La débil esperanza, que animaba a la población, estribaba en la posibilidad que los funcionarios electorales hicieran efectivos esos lemas repetidos de realizar todos los actos con “manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes”.

Se esperaba que las “manos limpias” no modifiquen las actas, que “las mentes lúcidas” no se luzcan alterando los sistemas informáticos, ni trastocando las cifras de los sufragios y que los “corazones ardientes” honren su amor patrio con un proceder neutral, límpido y correcto.

Ahora, en la fase posterior al sufragio, abundan las dudas que ilegitiman el resultado proclamado por el principal del Consejo Electoral, similar al emitido por una encuestadora cercana al gobierno y muy diferente al de otra empresa, muy prestigiada por sus numerosos aciertos, en elecciones anteriores. Cunde la sospecha de un contaje fraudulento, sobre todo, cuando el presidente del Consejo calificó a los datos, por él publicitados, de irreversibles.

La conciencia ecuatoriana se siente herida y ofendida por este aparente engaño, que de existir, sería burdo y lesivo para un sentir colectivo de rectitud y decencia. Preocupa el futuro del país, agobiado por las gigantescas deuda externa e interna, absorto por denuncias de actos de corrupción múltiples y que no han sido aclarados, por constantes injurias y acciones de prepotencia tendientes a acallar el pensamiento, las opiniones diferentes e irrespetar los mandatos constitucionales.

Vivimos un masivo sentimiento de indignación e impotencia que se ha convertido en el motivador de una protesta callejera multitudinaria en varias ciudades del país. La patria necesita recibir de los gobernantes muestras claras de responsabilidad, comprensión y generadoras de paz.

Si el cómputo electoral es correcto y límpido, como anuncian los responsables, es imprescindible, para el vivir pacífico y armonioso de todos los ciudadanos, que se de paso a la revisión de actas, votos y pasos informáticos, que demuestren la transparencia de la gestión. Actuar de manera contraria constituye una peligrosa ceguera que impide visualizar el enorme peligro de ruptura y enfrentamientos que acecha a este pueblo pacífico y tranquilo, pero heredero de la rebeldía de Rumiñahui, Espejo y Montalvo.

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