Los ecuatorianos vamos a extrañar mucho tiempo al presidente saliente, decía un amigo, porque nos sentiremos como un rebaño sin pastor. Cuando se haya ido, ¿quién nos mostrará que la Fiscalía se ha equivocado?
Para eso tiene que darse el trabajo de revisar exhaustivamente las declaraciones reservadas recogidas por los investigadores y darles la interpretación correcta, tiene que saber distinguir entre sobornar a un funcionario público y pactar honorarios entre privados. Y aunque se estableciera la interpretación correcta y se esclareciera la diferencia entre coima y honorario, ¿quién podría obligarle a la justicia a corregir el resultado de las investigaciones, bajo amenaza de sanciones si fuera necesario; llevando el caso a la Asamblea Nacional, si la justicia se resistiera?
¿Quién nos dirá, después del cambio de gobierno, cuáles son las noticias que había que publicar y no se publicaron y quién pedirá sanción para los medios que censuraron esas noticias?
Para eso hay que saber con claridad cuáles son las noticias de interés nacional y dónde se publican; hay que tener autoridad para conseguir que el funcionario de vigilancia a los medios, el gran inquisidor, escuche la opinión emitida desde lo alto, inicie inmediatamente una investigación y emita el fallo condenatorio.
Después del cambio de gobierno, ¿quién nos dirá si aquellos que nosotros consideramos un grupo de ancianos venerables, la reserva moral de la patria, que trabaja desinteresadamente en la lucha contra la corrupción, solo es un grupo de politiqueros contrarios al gobierno?
¿Quién distinguirá cuándo una empresa de encuestas que entrega resultados equivocados, es en realidad una empresa que forma parte de un complot de farsantes que juega con la fe pública?
¿De dónde surgirá la brillante iniciativa de invitar, cueste lo que cueste, a Varoufaquis, ese ideólogo izquierdista que casi arruina en Grecia al primer ministro socialista, para que nos asegure que el endeudamiento alocado, la recesión económica, el dispendio de miles de millones, la quiebra del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, ESS, el incremento del subempleo, constituye una historia de éxito que estará en los libros de economía en los próximos años?
La mitad de los ecuatorianos creerá que mi amigo habla en broma y caricaturiza el relato para provocar sonrisas; la otra mitad estará convencida de que habla en serio y empezará a extrañar al gobierno saliente antes de que salga.
Para tranquilidad de los propensos a la nostalgia, hay que decir que el gobierno entrante, según la nómina que se rumora para el nuevo gabinete, será igual que el gobierno saliente. Para consuelo de los propensos a la esperanza hay que decir que el nuevo estilo chocará inevitablemente con el viejo estilo y solo después, si cambia el gabinete que deja el viejo estilo, el gobierno entrante será gobierno.
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