Los médicos no estamos pidiendo impunidad como manifiesta Alexis Mera, secretario de la Presidencia. Rechazamos, eso sí, el Código Orgánico Integral Penal (COIP), en lo que se refiere al homicidio culposo por mala práctica profesional. Es decir, si la muerte del paciente es producida “por acciones innecesarias, ilegítimas y peligrosas” realizadas por el médico responsable del caso. Tipificado así el delito, homicidio culposo, de 3 a 5 años de cárcel con lo cual el médico quedaría lapidado para el resto de su vida profesional. De ser declarado inocente, el estigma de un juicio penal por presunto homicidio culposo le acompañará en el ejercicio de una profesión en la que tanto cuenta el buen nombre, dados sus antecedentes y la confianza que inspira.
Ante un delito “la Ley es dura, pero es la Ley”, desde luego.
Las movilizaciones de los médicos en estos días responden a su rechazo total a ser considerados delincuentes hasta que se demuestre su inocencia, como final de un proceso judicial lleno de incertidumbres y de arbitrariedades.
Quienes se empeñaron en legislar sobre el homicidio culposo en el que pueden incurrir los médicos, tal parece que no hicieron el menor esfuerzo en tener una visión que les permitiera conocer el campo minado en el que se desenvuelve el ejercicio de la medicina en países como el nuestro.
En el espacio ecuatoriano se viven realidades que se compadecen con el grado de excelencia al que ha llegado la medicina moderna, junto a otras en las que las limitaciones son propias del Tercer Mundo.
Un paciente con infarto tiene más riesgo de morir en Ambato o Riobamba, digamos, que en Quito, Guayaquil o Cuenca, en donde sí hay unos pocos centros que funcionan con estándares de calidad.
La medicina basada en evidencias, la protocolización de las conductas tanto clínicas como intervencionistas y, desde luego, la formación del personal que compone un equipo llamado a solucionar problemas complejos, a nivel latinoamericano se dan tan solo en las grandes metrópolis. En la periferia nuestros médicos tienen que batirse con lo que dispongan, a sabiendas de que son acciones peligrosas pero que sí salvan vidas. ¿Al banquillo de los acusados los colegas que así proceden y tienen la desgracia de que al paciente le llegó la hora? Superficiales, quienes le asesoraron al presidente Correa. En temas como el que estamos tratando deben intervenir los mejores juristas con los que cuente el país.
Hasta tanto el COIP entre en vigencia, luego de seis meses, cabe la posibilidad de reformular los artículos relacionados con el homicidio culposo en la práctica médica. Se imponen, además, añadidos que eviten juicios arbitrarios de mala práctica con instrumentos tales como el “consentimiento informado” del cual no hay la menor mención en el texto de la Ley aprobada.