Yoani Sánchez, a su pesar, tiene la prueba de que el gobierno de Raúl Castro continúa siendo un régimen estalinista.
A Yoani le permitieron viajar -lo que nunca debió negársele–, pero se llevó con ella el acoso político, las amenazas y los gritos de los energúmenos que no le permiten hablar, exactamente como si estuviera en Cuba. Salió del país, pero se llevó a cuestas la dictadura.
Solo faltan los golpes, algo que puede ocurrirle, como a Frank Calzón, a quien dejaron inconsciente dentro de la sede de la Comisión de Derechos Humanos, en Ginebra, cuando denunció los maltratos a los presos políticos.
La dictadura cubana mantiene su “legitimidad” sobre un “mecanismo escolástico” copiado del extinto KGB soviético, y empleado durante la Inquisición: La verdad la deciden las autoridades. Los Castro son las autoridades y descubrieron todas las verdades. Esas verdades cambiarán según convenga a las autoridades. Lo único permitido a los súbditos es obedecer, confirmar y alabar el discurso oficial. Quien discrepa de esas verdades está loco, es un canalla que vende su conciencia y un agente del enemigo. Por tanto, merece ser aplastado.
Para verificar su infalibilidad y aplastar a sus enemigos, las autoridades de los regímenes totalitarios emplean “medidas activas”.
Yoani Sánchez, como tantos opositores demócratas fue y será víctima de numerosas “medidas activas” organizadas por la policía política que dirige el coronel de inteligencia Rolando Alfonso Borges, jefe del Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
¿Qué hace ese Departamento contra Yoani? La espía constantemente. Intenta enemistarla con su entorno. Coloca delatores disfrazados en su grupo de amigos. Le inventa complicidades con delitos nunca cometidos. La insulta y trata de desacreditarla de mil maneras. Organiza -como hizo en Brasil- actos de repudio empleando turbas del Partido Comunista reclutadas por el Instituto de Amistad con los Pueblos que instrumentalizan a los partidarios de la dictadura.
Para saber cómo trabaja la policía política cubana, recomiendo vivamente dos libros: ‘The Sword and the Shield: The Mitrokhin Archive and the Secret History of the KGB’ y ‘The World Was Going Our Way: The KGB and the Battle for the Third World’. Ambos traducidos al español. Vasili Mitrokhin –quien fuera archivero del KGB– huyó con muchísimos papeles tras la debacle de la URSS a principios de los noventa y, tras asilarse en Londres, los escribió en colaboración con el historiador Christopher Andrew.
Reitero la premisa de este artículo porque me parece fundamental: el significado último de la persecución a Yoani Sánchez es que en la Cuba de Raúl Castro todo sigue igual. No existe la menor intención de crear espacios de libertad en los que los demócratas puedan expresar sus ideas. Todo lo que ha hecho Raúl Castro es alargar un poco la cadena.