Uno de los más graves problemas que tenemos en el Ecuador es la falta de educación, la cual es fundamental para el desarrollo de todo pueblo.
Nuestra Constitución garantiza el derecho a la educación, lo cual es un deber ineludible del Estado.
Aunque los padres de familia tenemos la libertad de escoger para nuestros hijos una educación acorde con nuestros principios, creencias y opciones pedagógicas, los de escasos recursos económicos, que deben matricular a sus hijos en escuelas fiscales, no tienen esa opción.
No cabe, como se ha denunciado en varios medios de comunicación colectiva, que los nuevos textos que se usan en las escuelas fiscales estén recargados de una ideología que propende la división de clases sociales.
Me contaba una maestra, que en un folleto que aparentemente ya no está en circulación, al conjugar el verbo trabajar se establecían los siguientes ejemplos: “yo trabajo, tú trabajas, ellos ganan”; y, “Don Vito trabaja para la fábrica del explotador”. Si eso es cierto, y si no se lo ha retirado de circulación, urge que se lo haga de inmediato, ya que estos podrían causar severos trastornos en la mente de los estudiantes por la orientación ideológica que contienen.
Plasmar en ellos, entre otras cosas, solo los logros de la “revolución ciudadana”, no es ético ni bueno para la formación de nuestros jóvenes. No cabe que se critique a todos los gobiernos, menos al actual, ni viceversa; ni que se califique de buenos a quienes comparten la ideología del “Socialismo del Siglo XXI”, y de malos a los neoliberales, banqueros o empresarios, pues ello en nada aporta al pensamiento crítico de los estudiantes.
En los libros de historia, se critica duramente a los ex Presidentes Roldós, Febres Cordero, Bucaram, Mahuad y Gutiérrez; y, aunque dichos gobiernos tampoco fueron perfectos, los textos no pueden privilegiar a ninguna ideología política, pues ello constituiría un adoctrinamiento inaceptable desde todo punto de vista. Yo no creo que con esa clase de textos se logre que los estudiantes de nuestro país desarrollen una comprensión crítica del mundo, ni de su realidad social, desde una perspectiva democrática e ideológicamente pluralista (como asegura el Ministerio de Educación). Temo que con ellos tendremos a futuro jóvenes empobrecidos de conocimientos que obedezcan únicamente a la doctrina político-económica fomentada por el actual gobierno.
Es inaceptable, como publicó un importante diario nacional, que en uno de esos textos, luego de hablar sobre el imperialismo y el neocolonialismo, se pida al estudiante leer un extracto del manifiesto comunista donde se establece que la condición esencial de la clase burguesa es la concentración de la riqueza.
Un libro de historia en el que solo se alaba a Fidel Castro y no se lo cuestiona, no debe ser muy bueno.