Muy poco se conoce sobre las organizaciones de trabajadores en el Ecuador antes de fines del siglo XIX. Por referencias más bien causales o puramente laterales, se sabe que desde tiempos coloniales se habían establecido cofradías y gremios de artesanos, cuyo objetivo era la organización del culto religioso y la continuidad del aprendizaje. Estos sobrevivieron durante los primeros tiempos de la República y constituyeron parte importante de la vida urbana de las ciudades grandes y pequeñas del Ecuador.
En todo caso, sabemos que el trabajo artesanal tuvo en la Sierra centro-norte muy especial importancia y que la mayoría de los trabajadores no agrícolas estaban dedicados a ese tipo de actividad. Esta afirmación puede obtenerse de los informes que los gobernadores de provincia enviaban cada año al Ministro de lo Interior. En esos cuadros puede observarse no solamente la cantidad enorme de actividades artesanales, sino el crecido número de personas dedicadas a ellas.
Las fuentes impresas que se han revisado dan muy pocas pistas respecto a la organización artesanal en el siglo XIX. Aunque hay una gran riqueza de documentación, ha sido muy poco estudiada. Tenemos, sin embargo, una visión general de lo que sucedía en la Sierra ecuatoriana, que ofrece un estudio muy importante sobre el tema:
“Los gremios que sirvieron de antecedente a la organización obrera fueron agrupaciones paraestatales destinadas a controlar la producción manufacturera. Sus actividades estaban reguladas por los códigos de Policía que eran promulgados por cada cantón. En general estos establecían que a un artesano le era permitido abrir taller, solamente después de haber demostrado su destreza en el oficio ante dos artesanos designados por el gremio y el comisario de Policía. Pertenecían al gremio todos los maestros de determinado arte y oficio, quienes elegían anualmente ante el comisario de Policía a un maestro mayor o presidente del gremio, según los casos, que era quien representaba a la organización”.
En los talleres artesanales existían tres tipos de trabajadores: maestros, oficiales y aprendices. Los maestros vivían de las ganancias que producía el taller, los oficiales ganaban un salario y los aprendices trabajaban en forma gratuita. Estaban aprendiendo un oficio. El taller a la vez que unidad de producción, era centro de educación.
Se trabajaba en el taller, que estaba generalmente ubicado en la casa del maestro. Las jornadas eran de diez a doce horas de lunes a sábado. En cuanto al descanso, este tenía lugar únicamente los domingos y los días de fiesta cívica o religiosa considerados de “fiesta entera”.
Esto era hace mucho tiempo. Muchas cosas han cambiado. Pero son las raíces de un artesanado que aún existe en el Ecuador y constituye un sector importante de la producción nacional.