La periodista Shivani Vora, publicó el 11 de marzo en The New York Times, su artículo titulado “Cinco destinos que requieren precaución” –en inglés- donde enumera a Karachi , Paqistán; Caracas, Venezuela; Ciudad Ho Chi Minh, Vietnam; Yangon, Myanmar; y Quito, Ecuador.
Sorprendió la velocidad con que un burócrata, salió a los medios a expresar su desacuerdo con la periodista, habló de pedir una rectificación al medio o invitarla a Quito para que constate la amabilidad de su gente y la belleza de sus iglesias.
Lo que presenta Shivani Vora no es un reportaje in situ de lo violenta que es Quito. Ella toma información del “Índice de ciudades seguras 2017” –en inglés- publicado por la unidad de inteligencia de The Economist, de Inglaterra; y cita también los criterios de dos expertos en seguridad. Este índice toma en cuenta indicadores como: seguridad digital, seguridad sanitaria, seguridad de la infraestructura y seguridad personal de 60 ciudades, y como todo inventario, es susceptible de todas las interpretaciones que uno desee.
Quito está entre las 10 últimas de la lista de ciudades “seguras”, pero igual se podían mencionar con el mismo título del reportaje, las otras 5 ciudades: Cairo, Teherán, Manila, Jakarta y Dhaka. La metodología usada, es respetable, pero me causa gracia que Lima o Rio de Janeiro, aparenten ser más seguras y tampoco se puede decir que en Madrid o Barcelona -en el puesto 12 y 13 de la lista- no haya robos o asesinatos.
El artículo de una periodista que ha escrito varios reportajes maravillosos sobre Ecuador, no es preocupante, ni el índice, al contrario, es halagador que estemos entre las 60 ciudades más seguras del planeta, de entre miles. Lo que me llama la atención es la velocidad con la que se montan campañas de negación, afortunadamente, no se tildó como un “ataque del imperialismo norteamericano”, frase muy usadas en el gobierno anterior y que Maduro dice a diario. Ya sabemos que tenemos problemas de inseguridad y hay que combatirlos, desde el gobierno y la sociedad.
Pero lo que sí abona a que mundialmente nos apunten como país peligroso, es un expresidente que usa importantes foros internacionales y el poder de las redes sociales, para decirle al planeta que en Ecuador no hay democracia, que se “ha roto el orden constitucional” y está pendiente de cada evento para atacar, cuestionar, insultar y no sale una palabra positiva del autoexiliado en Bélgica, que atacó tanto a Norteamérica, pero tuvo la cara dura de ir a inaugurar en ese país un video turístico –más mitómano que turístico- “The Royal Tour”, financiado por Odebrecht.
Quito es tan segura o insegura como querramos verla, pero la política de la negación de lo que dice el periodismo, debemos superarla y los terribles males de una ciudad, definitivamente no se tapan con premios.