Cuando doy mi palabra, es mi promesa y la debo cumplir. Compromiso con aquellas personas que se me acercan a pedir que se exponga la verdad, una vez más, ante lo que, al parecer, son los oídos sordos de la AMT. Tuve un breve encuentro vía Twitter con el nuevo director, a pocos días de su nombramiento, aunque antes ya ocupaba otro puesto en la misma dirección, según me comentó.
Si uno manda un tuit en este medio recibe una respuesta: “Atentos a solucionar cualquier denuncia…”, por parte de esa institución. Respuesta perfecta y muy diplomática, pero los ciudadanos debemos dejar nuestra vida, ya complicada por el caótico tráfico y la incompetencia de los agentes metropolitanos, quienes son los llamados a controlar antes que nosotros a denunciar.Lo que no sabe todavía es que, si nos invita a denunciar, tendrá una tormenta en los medios sociales que le será imposible controlar, menos contestar o atender. Recibirá fotos y tuits provenientes de cada esquina o recta, de cada semáforo donde se crucen el transporte público y los agentes metropolitanos de tránsito; de cada pasajero, tratado como paquete, que use un bus, de cada conductor que vea una unidad de transporte.
No será mejor que sea proactivo el gobierno local en la capacitación a su fuerza de control, en la multa seria y constante, sin perdón, a los conductores de unidades inseguras, ¿en vez de premiarles con subsidios y seguir permitiendo su libertinaje vial? Son los indiscutibles dueños de las calles. No reconocen las paradas establecidas y, si lo hacen, no las usan, para no perder las asesinas carreras entre ellos, congestionando aún más, botan a sus paquetes o pasajeros, en la mitad de la calle, ya que la obligatoriedad de usar el carril derecho les es desconocida. Se pasan, temerariamente, los semáforos en rojo, conscientes de que todo automóvil se hará más daño que ellos. ¿Serán multados o ya saben dónde se encuentra cada cámara chismosa? Sus delitos viales son múltiples y es cansado nombrarlos todos. No aprecian a sus clientes y menos a quienes también son dueños de las vías, el resto de conductores, ceder el paso a un peatón? ¡Inimaginable! ¿Respetar a la autoridad vial? ¿Cuál?Por lo tanto, converso con cada agente que puedo, le pregunto, desde si sabe conducir, hasta cuál es la reacción de los conductores cuando saltan repentinamente de la mitad del parterre cuando el semáforo está en verde y uno debe frenar de golpe… ¡Cuántas preguntas! Pero lo que no soporto es de la manera deportiva con que controlan la actividad de los buses que transportan a ciudadanos.
La clara verdad es que los profesionales del volante intraciudad hacen lo que les acomoda y ahora recibirán un premio además del permiso no hablado de hacer de la ciudad su pista de carreras. Como contestó un agente en la 6 de Diciembre y Naciones Unidas ante mi pregunta: “Se les dice, ¡pero son bien necios!”. Gran solución y una demostración clara de la pobreza de la capacitación de los agentes y, quizá, el miedo que les tienen.