El círculo vicioso en torno a la universidad ecuatoriana se profundiza. Por un lado voces que insisten en algo sensato: diálogo y debate sobre el presente y futuro de la realidad universitaria y por otro insultos y calificativos a quienes “se atreven” a pedir que se escuche lo que pasa en estos centros y se tomen correctivos para impedir que se profundicen los problemas, que ya han comenzado a vivir. El caso de la jubilación de profesores y la pérdida de materias por la falta de maestros. No hay espacio para la razón sino para la imposición y la amenaza. No se respeta el pensamiento crítico del que se nutre una democracia auténtica y del que tanto se ha hablado.
La universidad ecuatoriana tiene grandes desafíos y necesita cambios para mejorar la calidad, con la que se coincide, pero no pueden ser desoídos si no se tiene el pensamiento claro de esta problemática ni se reforma la Ley Orgánica de Educación Superior. Si no se establecen con nitidez los reglamentos, según quienes han estado vinculados por décadas a estos procesos. Además de contar con cuarto nivel y hasta PhD han tenido la oportunidad de acumular vasta experiencia en la docencia y la investigación. No son improvisados ni principiantes en la dirección de grandes temas académicos. Tampoco se puede imponer modelos que funcionan en otros países pero con condiciones y realidades diferentes.
Con la aprobación y puesta en vigencia de la nueva Ley de Educación Superior en octubre del 2010 se establecieron plazos y exigencias que resultan en la práctica muy difícil de cumplir, que ha complicado el desarrollo de las actividades universitarias. Uno de ellos, la jubilación de profesores pero sin una transición ordenada. Tanto se habla de la exigencia del título de PhD pero si bien es un requisito fundamental y necesario no garantiza el desempeño en la cátedra. A este requisito debe sumarse la capacitación pedagógica y la formación personal y en valores.
¿Cómo pueden las universidades realizar labores de investigación si no organizan programas de doctorados? ¿Van a poder cumplir con el 70% de PhD entre sus profesores en cuatro años si hoy ni siquiera pueden llenar las vacantes producidas? ¿Cómo se articula la educación media y la educación superior, que la propia Constitución exige? ¿Cuáles son los procesos articulados para avanzar con una reforma? Si esta problemática no se debate dentro o fuera de los predios universitarios qué se puede esperar del resto de sectores. No se trata de boicotear procesos de cambios en el sector educativo -necesarios en esta era- pero no se puede imponer las cosas verticalmente. Son los centros de pensamiento en donde debieran debatir las máximas autoridades del sector no solo sobre estos temas sino los grandes problemas nacionales, regionales, continentales y mundiales .