Pasa todo el tiempo. Aparece de repente alguien que -con enormes dosis de sentido común- pone la realidad patas arriba. Es como si sintiéramos la fuerza arrolladora de algo altamente improbable que contraviene todas las creencias aprendidas hasta el momento. Un cisne negro, diría Nassim Taleb. A mí me pasó cuando leí las declaraciones del doctor Juan Gérvas.
Este extremeño reside en Madrid, tiene cuatro hijos y ocho nietos. Ya está jubilado, y ha sido profesor de las universidades de Valladolid, Autónoma de Madrid, en España; y Johns Hopkins, en Estados Unidos.
Hoy en día su pasión es la docencia. Junto con su esposa, Mercedes Pérez, publicó una de esas biblias que deberíamos guardar cerca de la almohada para consultas en urgencias inesperados: ‘Sano y salvo’ (y libre de intervenciones médicas innecesarias; Los Libros del Lince, 2013).
¿De qué va este libro? Condensa lo sensato del conocimiento científico y la experiencia clínica de años de práctica en el consultorio de ambos, advierte al lector los efectos del exceso de medicación, tratamientos, vacunas, chequeos médicos… Una epidemia que se reproduce como las farmacias abiertas 24 horas para regocijo de hipocondríacos ‘full time’. “Hay que ser prudentes frente a los talibanes de la prevención”, alerta Gérvas con gesto descreído de científico. Sano y salvo, lleva a replantearse la salud y la enfermedad.
Este doctor considera que el sistema sanitario en Estados Unidos causa 225 000 muertes al año. “En España los medicamentos tienen 19 millones anuales de efectos adversos y provocan la muerte de 6 500 pacientes”.
No es chiste ni falsa alarma. En Israel investigadores sociales han demostrado que cuando los médicos hacen huelga las muertes disminuyen 45%. Ya se ha comprobado, por ejemplo, que la terapia hormonal sustitutiva para eliminar los síntomas de la menopausia condena a millones de mujeres a sufrir infartos, embolias y cáncer de mama. “Hay 55 000 nuevos casos en Inglaterra”.
Una de las frases lapidarias de Gérvas: “En la actualidad se diagnostica antes y más que en el pasado. Pero la mortalidad es la misma”. Advertir antes la enfermedad no mejora el diagnóstico de muerte del paciente.
En una entrevista ofrecida por Gérvas al diario catalán La Vanguardia (de la que he tomado muchas de sus reflexiones esenciales) reconoció que muchos cánceres disminuirían con menos radiología y más control de los tóxicos industriales.
Recomienda no medirse el colesterol. Más saludable es ser feliz y optimista aunque haya razones en la realidad que indiquen lo contrario. Esa actitud puede añadir ocho años de sobrevida.