Influenciados con la publicidad desde sectores de izquierda cuestionadores de los gobiernos norteamericanos y de otros países capitalistas, se ha identificado a Julián Assange y a Edward Snowden como íconos desafiantes del poder de esos gobiernos al exteriorizar informaciones que para tales gobiernos eran reservadas y de seguridad nacional, algo similar de lo que se le acusa en el Ecuador, en los días recientes, a Fernando Villavicencio y a Cléver Jiménez.
Snowden siempre ha aclarado que lo que rechaza es que el Gobierno norteamericano -también cita a gobiernos europeos- use el pretexto de la seguridad nacional para introducirse en los sistemas de información de otros países y, con mucha puntualización, pesquisar las comunicaciones de los ciudadanos y en sus archivos. Esto es, Snowden no es partidario del acceso estatal a archivos e informaciones de otros gobernantes, peor de los ciudadanos. Por eso, al interior de los Estados Unidos ya hay una fuerte corriente -aun de los medios que el presidente Correa identifica como mercantilistas- para una amnistía total a favor de Snowden.
La Agencia EFE trasladó a los medios de comunicación del mundo, una entrevista concedida por Julián Assange -al cierre del 2013- desde su actual sede de trabajo, la oficina de la Embajada del Ecuador en Londres, a un programa de radio de la BBC, sobre la importancia de la libertad de información, resumida en: “Julian Assange, criticó este jueves los intentos de los gobiernos de querer saber -como Dios- lo que hace la gente a través de la vigilancia masiva” (…) “Para un ser humano estar vivo es saber, igual que tener un corazón que late” (…). “Los documentos revelados por Snowden muestran que los gobiernos aspiran tener un conocimiento como Dios de cada uno de nosotros. Pero al mismo tiempo ellos ocultan sus acciones detrás del secreto oficial” (…) “los gobiernos y las empresas saben cada vez más de nosotros y nosotros menos de ellos”, debería ser a la inversa. Y, concluyó, en forma contundente, “los poderosos, para mantener el poder, tratarán de saber todo lo que puedan de nosotros, y tratarán de asegurar que nosotros sepamos lo menos posible de ellos”, afirmó.
Assange alerta así que la profundización del poder, más allá de las ideologías, usualmente conlleva ocultar información, como escudo protector de su uso y abuso.
¿Qué de lo que se genera en el poder público -y en empresas dominantes en el mercado- debe ampararse en el secretismo? Muy poco es lo que hace relación a la estricta seguridad y a riesgos de manipulación. Todo lo demás debe transparentarse, aun en los detalles.
¿Será posible más transparencia desde todos los espacios de poder -no solo información interesada y confundida con publicidad desde dichos espacios- y menos pesquisa a la intimidad de las personas?