¿Cómo es que el libro escrito por un neurocirujano de la Universidad de Harvard, se convierte en el libro Nº1 en ventas en la lista de libros del New York Times? Pues mediante la exacta combinación de ingredientes que van desde la espiritualidad y religiosidad hasta las neurociencias. Para empezar el nombre del libro señala una prueba de que existe el cielo (‘Proof of Heaven’). El título original fue ‘N de uno’, haciendo referencia que en los artículos de investigación científica con N se refiere al número de casos con base en el cual se hace el reporte. En este caso, uno; la empresa editorial cambió el título y, ¡oh! milagro, ese título resulta enormemente atractivo, al mismo tiempo para neurocientíficos escépticos y gente de la era de acuario, ávidos de temas espirituales y religiosos, multiplicándose el número de compradores.
Se trata de un caso de meningitis bacteriana que llevó al Dr. Eben Alexander III a un coma profundo, lo cual significa que perdió la conciencia, ese estado gobernado por la corteza cerebral que nos da la sensación de que existimos y nos informa lo que ocurre dentro y fuera de nuestro cuerpo. Luego de recuperarse, su intención fue hacer un reporte médico y se puso a investigar y buscar algo que explique su experiencia, llegando a una conclusión: no hay explicación científica pero siente que es importante compartirlo.
Durante el coma profundo del Dr. Alexander, narra haber vivido intensamente en su mente, cuenta que renació en una substancia como gelatina y luego fue guiado por una bella muchacha con ojos azules profundos, en las alas de una mariposa hacia un vacío inmenso que era al mismo tiempo territorio oscuro y lleno de luz, la cual que proviene de una esfera a la que se interpreta como Dios lleno de amor.
Experiencias descritas previamente por personas que han estado en situaciones cercanas a la muerte tienen alguna similitud, y las neurociencias han tratado de explicarlas como un mal funcionamiento del cerebro en situaciones extremas. Esta en particular, tiene el valor de provenir de un médico, los cuales estamos menos dispuestos a hacer interpretaciones que salen de la órbita científica. Podríamos añadir que la ciencia nos enseña que si no hay corteza cerebral no hay conciencia; entonces, cómo se explica esta sensación de vivir intensamente dentro de la mente, si esta es supuestamente producto de un órgano, que en el caso del Dr. Alexander estaba totalmente apagado como consecuencia de su coma profundo; no solo mal funcionando si no, no funcionando por completo. Hay que señalar que hasta este momento, ni las mentes más brillantes de diversas actividades del pensamiento humano han logrado descifrar qué mismo es la consciencia. Esta experiencia de uno, pone solamente un interrogante más a todo lo insondable que encierra el cerebro… o el cielo.