Tal vez contagiados por algún misterioso efluvio de las improbables cenizas de Eloy Alfaro que trasladaron en procesión hace nueve años a Montecristi, el jefe de la Asamblea, José Serrano, y otros legisladores del oficialismo declararon el último sábado que el vicepresidente Glas debía dar un paso al costado. Algunos meses se han demorado en formular ese pedido. Ahora lo presentan para salvar el proyecto político de AP; pero en todo el tiempo precedente se opusieron al juicio político para salvar ese mismo “proyecto”. Y para colmo de incongruencias otro grupo de asambleístas fans de Correa sigue defendiendo al vicepresidente.
“No sigan protegiendo a los corruptos” fue la amonestación de Lenín Moreno, en un efusivo y duro discurso, también en Montecristi, en el cual insistió en la necesidad de respetar la diversidad, abogó por la tolerancia política, se pronunció contra el hiperpresidencialismo, fustigó a su antecesor, el autoritarismo y los extravíos de pretender perpetuarse en el poder, y reiteró el reclamo por el engaño de la mesa servida; y de paso, contra la versión oficial construida en torno al 30 de septiembre de 2010, reconoció una verdad sobre la que durante estos años se echó tierra: “Fue cuando un mandatario, de manera imprudente, se fue a meter entre policías”.
El 3 de agosto el Presidente dejó sin funciones al Vicepresidente. Sin ellas y con un proceso penal contra Glas y su tío Rivera, entre otros 17 ciudadanos sobre los que pesan graves indicios de responsabilidad en la red de sobornos de Odebrecht, el segundo mandatario continuó muy campante con su séquito de centenares de funcionarios y sus sueldos en la Vicepresidencia. Entonces debieron actuar los asambleístas del oficialismo, si nada le movía a renunciar, ni siquiera el que Moreno le recriminara: “Lastimosamente, el dedo apunta cada vez más a usted”.
Con las revelaciones, entre otras, del delator de Odebrecht, José Conceição dos Santos, la suerte de Glas está echada…Las últimas señales son la acusación de la Procuraduría del Estado y el cambio de las medidas cautelares: el fiscal Baca Mancheno ha pedido prisión preventiva contra el vicepresidente. Es lo que se conoce cuando escribo este comentario.
Lo más grave de toda la nauseabunda corrupción que empieza a mostrar sus llagas es cómo se ha jugado con la credibilidad de los ciudadanos. La política se convirtió en mercadeo. Antes que una verdadera participación ciudadana, se buscó crear un Estado de propaganda, en el que el presidente Correa se declaró jefe de todas las funciones del Estado. Sin independencia de estas, ni organismos de control, el caudillismo autoritario y concentrador del poder hizo de las suyas. La desbocada corrupción, con sus cínicas formas de mercadeo subterráneo, es una de las repudiables consecuencias de ese modelo político.
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