Propuestas para una política agraria

Durante esta última década, no se puso en el primer plano de la política gubernamental, una programación agraria para instrumentar programas de desarrollo de este sector deprimido en la economía nacional; sin embargo, de la existencia de un ministerio de Estado.

Hay que recordar que en el siglo XX, en la década de 1963, hace más o menos cincuenta y cinco años, al difundirse desde la OEA –Organización de Estados Americanos-, y también del BID –Banco Interamericano de Desarrollo- una nueva política del uso de las tierras agrícolas, se abrió una etapa llamada de reformas agrarias, con el fin de que los gobiernos de algunos países de América del Sur, en especial de la zona norte: Venezuela, Colombia, Ecuador, y otros como Perú y Bolivia, ejecuten programas de redistribución de las tierras rurales con fines agrícolas.

En nuestro país, a más de algunos latifundios privados, había sido la Iglesia Católica quien se estableció como “terrateniente”, porque fue titular del dominio de grandes extensiones en algunas provincias de la sierra ecuatoriana.

A comienzos del siglo XX, en 1905 las tierras que estaban en manos de la Iglesia sumaban alrededor de 80 haciendas. Con la llegada de Eloy Alfaro al gobierno, se decretó la devolución al Estado de dichos predios rurales, para que con el rendimiento productivo o la venta, se provea de fondos a programas llamados de “asistencia pública”.

Una de las razones para haber ubicado en un segundo plano a este sector agrario, es la apertura de la etapa petrolera, que en casi dos décadas ha sido el eje de la economía nacional; pero es ya el momento de retomar los planes de desarrollo de la agricultura con el fin de que se refuerce la exportación de productos como el banano, café, cacao, palma africana y de otros como el atún; porque los mercados ya abiertos requieren aumentar los porcentajes obtenidos en otros países del mundo, especialmente China continental.

Como elemento necesario para nuestra economía, creo que ha llegado el momento de conocer públicamente las propuestas de una política agraria desde las alturas del poder, defendiendo en primer lugar al banano nuestro producto estrella, para luego ubicar los caminos que se intentan abrir y transitar con otros países, cuyos primeros pueden ser los limítrofes de Colombia y Perú, algún país centroamericano como Costa Rica, y por supuesto reforzar los vínculos con los Estados Unidos y la Unión Europea; así como continuar con las líneas abiertas con China, vigilando a sus flotas que hace pocos días causaron problemas con la pesca de miles de tiburones y otras especies marinas.

Felizmente fueron sancionados con cuantiosas multas en las cifras cercanas al medio millón de dólares que ya habrán sido depositados en las arcas fiscales.

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