‘Cuando quieras puedes hacer tu trámite de ‘check-out’ para salir, pero nunca te puedes ir”. Antes del referéndum Brexit 2016, tomé prestada esta línea de la exitosa canción del 1976 de los Eagles “Hotel California” como un argumento en contra de que Gran Bretaña abandone la Unión Europea. Dije a audiencias a lo largo y ancho del Reino Unido que, si iban a votar a favor de salir la UE, terminarían más enredados que nunca con la Comisión de la Unión Europea. Como está descubriendo la primera Ministra Theresa May, desenredar a un Estado miembro de la UE es una tarea ardua y compleja. Pero, ¿cuánto más difícil hubiese sido este cometido si el Reino Unido habría adoptado el euro en el año 2000?
Para empezar, el pueblo de Gran Bretaña nunca hubiese sido consultado sobre si quería salir de la UE. En el caso hipotético en el que Gran Bretaña hubiese sido parte de la eurozona, el puro anuncio de un referéndum sobre la membresía habría desencadenado una corrida bancaria. Teniendo en cuenta los déficits crónicos de cuenta corriente y comercio, una salida del euro habría causado una disminución en el valor internacional de los depósitos bancarios del Reino Unido.
Los depositantes habrían respondido al anuncio de un referéndum retirando inmediatamente sus euros en efectivo o enviándolos vía transferencia electrónica a Frankfurt, París, Nueva York u otros lugares. Y, previendo esa reacción, ningún primer ministro británico, ni siquiera David Cameron, se hubiera atrevido a anunciar un referéndum Brexit.
¿Cuál hubiese sido el efecto de 16 años en la eurozona en la fuerza relativa dentro del Partido Conservador de cada grupo, es decir, tanto del grupo de partidarios a favor de abandonar la Unión Europea como la fuerza de aquellos a favor de quedarse en la misma? ¿Cuáles hubiesen sido las circunstancias económicas de Gran Bretaña antes del año 2016 si el euro habría sido la moneda del Reino Unido? ¿Hubiera sido más débil la presión para celebrar el referéndum en el año 2016 si Gran Bretaña habría compartido la misma moneda de curso legal en Alemania, Francia y Grecia?
Como ocurre en todas las situaciones contrafácticas estamos caminando sobre terreno pantanoso. Sin embargo, no es difícil esbozar un pasado económico plausible para un Reino Unido que, hipotéticamente, hubiese ingresado a la eurozona en el año 2000.
En octubre de 1990, el Reino Unido se unió al precursor del euro, el Mecanismo Europeo de Cambio (ERM), que mantuvo los tipos de cambio entre las principales monedas de Europa dentro de bandas bien estrechas, las que se estrecharon cada vez más antes de encerrar a las distintas monedas en una sola. El compromiso de mantener la libra de Gran Bretaña cerca del marco alemán impulsó al Banco de Inglaterra a mantener las tasas de interés altas, lo que llevó a la recesión de 1991.