Circuló como ráfaga en las redes sociales la noticia que en Madrid el Ministerio de Educación, MinEduc, motivaba a los profesores españoles a que participen en un concurso para llenar puestos para la Universidad Nacional de Educación. Hubo reacciones de rechazo al anuncio. Hubo posturas interesantes. También refrescamientos de nuestra memoria anticolonial y otros latigazos inspirados en el ultranacionalismo alimentado en los últimos años.
El proyecto alfarista de educación tuvo como columna vertebral la formación de nuevos docentes. Para tal efecto desde 1901 se fundaron los Normales Juan Montalvo, Manuela Cañizares, Rita Lecumberri. ¿Quiénes los organizaron y fueron sus primeros directores? Fueron norteamericanos y españoles: Thomas Wood, Alice Fisher, Rosina Kissman, Rebeca y Harry Compton, Fernando Pons. En la década de 1910, vinieron misiones alemanas.
Seguramente, esta decisión de la Revolución Liberal se sustentó en la inexistencia de personal ecuatoriano “adecuado” para emprender la tarea transformadora. La actual política de la Revolución Ciudadana de reclutar profesores extranjeros: ¿En qué se sustenta? ¿El Ecuador de 1901 en cuanto al tema docente es similar al del 2013? ¿Qué ciudadano y ciudadana queremos formar? ¿Qué tipo de profesor y de escuela se requiere para formar ese ciudadano? ¿Qué perfil debe disponer el formador de los nuevos docentes? ¿En el Ecuador y en América Latina de hoy no existe el talento humano para formar a la nueva generación de maestros? El MinEduc está obligado a presentar el estudio que demuestre la carencia de talento humano ecuatoriano para enfrentar el reto. Pero se esperaría que su argumento central no se sustente en la carencia de PhD en educación. Reducir el tema al asunto del cartón sería preocupante. ¿Dónde quedan los conocimientos, experiencia, sensibilidad, calidad ética, liderazgo, y sobre todo sapiencia y compromiso con la realidad nacional de los formadores de formadores? Ecuador hoy dispone de capital humano suficiente para encarar el desafío .
Con el anuncio hecho en España, país que tiene un 27 % de desempleo es muy probable que lluevan las carpetas sobre todo de un segmento de recién graduados y desempleados. ¿Estos jóvenes profesionales españoles cumplirían con el perfil de los formadores de formadores que necesitamos? No, en muchos casos.
Sin embargo, no hay que temer el contacto con el exterior ni resistir a los profesores extranjeros. A estas alturas de la revolución de la información, los nacionalismos a ultranza son anacrónicos. La construcción saberes sólo es posible en un diálogo intercultural y de conocimientos. Y el caso que nos ocupa debe ir más allá del fetichismo al título y del chauvinismo.
Sin extremismos vayamos a un debate pedagógico serio que permita sustentar el cambio educativo que todos queremos.