Privilegio y virtud de la victoria no es poder hacer cualquier cosa sino no ocuparse más de ganar poder. Eso puede ser el mayor privilegio de una victoria electoral excepcional. Correa se va a retirar en 4 años, no debería tener más preocupación de seguir siendo siempre candidato, podría distanciarse de la pelea incesante. Aplicaría el programa que en principio aprueba el votante, y asumiría causas más transcendentes que una sociedad tiene y las condiciones las postergan. La lucha política es constante pero con tanta aceptación puede darse ese privilegio.
La legitimidad suplementaria dada por el voto, sin consideración de los medios más o menos legales o éticos para ello, le permite no privilegiar la estrategia de ganar y ganar. Podría convertirse en el que integra al país a causas siempre pospuestas, como la de tallarse un desarrollo moderno y alternativo que exige integrar a la sociedad a metas de economía o a la lucha contra la pobreza y desigualdad social; el unir y consolidar más al país antes que la integración internacional le haga perder su singularidad; la de definir metas estratégicas de largo plazo como causas compartidas por políticos y sociedad; la de construir un sistema de partidos que le permita orientar sus políticas diferenciadas pero con metas nacionales.
Para el privilegio de tener causas nacionales conviene su construcción en pluralismo.
Esto es urgente ante malos presagios. En efecto, a pesar de enormes medios para aumentar la participación electoral, la tasa de abstención es más alta que la habitual, 32%. La campaña electoral no suscitó interés, hubo apatía. Esto es el reflejo de la tendencia del sistema actual a la despolitización, propio a la concentración del poder y a la visión tecnocrática de Correa que demanda que se confíe en él y no que sus propuestas sean mejoradas con el debate público. El Gobierno en su discurso privilegia la gestión y niega el derecho de los contrincantes al debate. Las consecuencias son visibles, menos interés por la cosa pública o interés sólo por beneficio particular. Se llegará a la hipertrofia del clientelismo, vale el Gobierno o el interés por la política en cuanto puedo sacar provecho de tal o tal medida. El país se hace más conservador, la sociedad pierde iniciativa e ideas, lo que afectará al propio Gobierno.
El pluralista Ecuador tuvo problemas al privilegiar la competencia, pero ha tenido más bien ventajas, entre otros haciendo que sus conflictos pasen por la política y no por el enfrentamiento directo. Eso no puede perderlo.
Ahora, la enorme victoria pone a prueba este pluralismo. Si la oposición y el Gobierno no actúan así, será la sociedad que lo haga desligándose de la política. ¿Será la vía para salir de la despolitización actual? ¡Gran responsabilidad para una victoria aplastante sino logra aprovechar el privilegio de abandonar la simple disputa!