El principio de no intervención

Es una figura jurídica relevante en el marco del sistema interamericano, cimentada básicamente en la igualdad soberana de los Estados. Tiene una dimensión tanto universal como regional, pues consta entre los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y en la Carta de la Organización de los Estados Americanos.Una definición escueta de dicho principio se expresaría en la injerencia ilícita de un Estado en los asuntos internos o externos de otro Estado, para imponerle una conducta determinada.

Considerado el asunto desde una perspectiva histórica, se llega a la conclusión de que su origen se remonta a los albores del sistema interamericano. Examinemos unos antecedentes que confirman tal aserto.

En el siglo XIX y los primeros lustros del siglo XX las grandes potencias de la época llevaron a cabo acciones amparadas en un pretendido “derecho de intervención”, como corolario de su derecho de autodefensa, para proteger intereses de sus nacionales, mantener o implantar regímenes gubernativos, etc.

Pero esos eufemismos solo intentaban encubrir sus planes de expansión política, económica o territorial, a costa de países débiles. Son históricamente bien conocidos, por ejemplo, los actos de intervención de la Santa Alianza (Austria, Prusia, Rusia y Francia) que suscitaron la respuesta política de los Estados Unidos mediante la Doctrina Monroe. Los miembros de la Santa Alianza trataban de impedir la instalación de gobiernos republicanos en nuestro continente, como concreción del movimiento de independencia, y propugnaban el restablecimiento de la monarquía.

La Doctrina Monroe emergió como acto de afirmación de una política de no intervención de las potencias europeas en los asuntos internos o externos de las Repúblicas americanas, así como de rechazo a cualquier intento de colonización europea en tierras de América. La enunció el presidente James Monroe en el mensaje que dirigiera al Congreso de su país en diciembre de 1823.

El Libertador Simón Bolívar, cuando impulsó la convocatoria al Congreso de Panamá (1826), como concreción de su filosofía política integracionista, instruyó a los delegados emitir una declaración igual a la del presidente Monroe, para impedir cualquier intento de colonización de las potencias europeas, a la par que “resistir todo principio de intervención en nuestros negocios domésticos”. Al homologar la conducta iberoamericana a la Doctrina Monroe, la desbordó cuando postuló la necesidad de resistir toda intervención, de cualquier procedencia. Bolívar tenía una clara percepción del devenir de las relaciones de
EE.UU. con la comunidad latinoamericana, como lo corroboró la historia.

Columnista invitado

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