Lo que ha sucedido en Egipto, Túnez y en estos momentos en Libia, es un acontecimiento histórico con el que los países árabe-mulsumanes inauguran con dignidad el siglo XXI.
Pueblos que escribieron páginas importantes de la Historia Universal hicieron posible el rescate y la posterior divulgación en Europa de los grandes textos griegos, que contribuyeron de forma decisiva al Renacimiento cultural y político de Europa. Esta civilización fue estancándose y petrificándose desde el siglo XIII a “punta de Corán y de desiertos”. Han soportado también durante siglos invasiones e imposiciones arbitrarias de las potencias occidentales. Con petromonarquías o dictaduras de partido único, la situación para los ciudadanos de los países árabes, en pleno siglo XXI, poco ha cambiado. Sus gobiernos han asegurado el petróleo para las potencias occidentales; los dictadores y monarcas se han enriquecido de una forma inaudita y sin embargo, la corrupción y la falta de oportunidades expulsa a miles de ciudadanos a Europa, y los inversionistas de las multinacionales han encontrado en estos Estados a los mejores socios . “No he conocido nunca socios mejores que los libios” ha dicho hace poco un prohombre de las finanzas italianas. Para que eso haya sucedido han sido necesarios regímenes que han ahogado cualquier aspiración democrática. El mundo árabe ha permanecido en un estado de “glaciación autocrática” y los ciudadanos árabes siguen viviendo bajo una “losa de silencio y terror”. En Libia, Gadafi, “el más demencial” de los déspotas de la región (Ignacio Ramonet), lleva ya 43 años en el poder al mando de una “revolución” petrificada. Ante tanta infamia, vientos de libertad en los países árabes. Los Estados de la región e Irán, están temblando. De la salida del crnel. Gadafi depende que continúe el dominó y se profundicen las transformaciones en Egipto.
Se ha sostenido que detrás de las masivas protestas en los países árabes se encuentran intereses de las potencias y se recomienda cautela. Cautela para condenar el genocidio que está resultando del enfrentamiento desigual entre una oposición casi desarmada y fuerzas leales al dictador. “Ahora parece que les preocupa más salvar al petróleo libio de las terribles manos de las multinacionales europeas o norteamericanas que salvar miles de personas de una muerte inminente” ha señalado una columnista para ilustrar una doble moral en el pensamiento de izquierda de algunos países en vías de desarrollo.
La obra de escritores contemporáneos como Amin Maalouf, Kader Abdolha, Hisham Mata, Khaled Hosseini o del francés Laurent Gaudé no ha caído en el vacío. Los lectores de occidente sabemos ya del drama humano y la miseria moral de los dictadores y monarcas de esta región y del dramático fenómeno de la inmigración árabe a Europa. Apoyamos con entusiasmo el movimiento por la libertad.