Todos aseguran haber experimentado alguna vez esa sensación de familiaridad ante una escena que se ve por primera vez. Los franceses llaman a esta experiencia “déjá vu”, ya visto. El término fue acuñado por Émile Boirac hace un siglo y medio pero todavía se busca explicaciones. Los charlatanes utilizan como prueba de la reencarnación y aseguran que se trata de un fugaz contacto con vidas anteriores. Sigmund Freud en ‘Sicopatología de la vida cotidiana’ dice que se trata de confusión entre deseo y realidad y define esta sensación como recuerdo de una fantasía inconsciente.
Según reporta del diario Le Monde, el neurosicólogo Emmanuel Barbeau ofrece una nueva explicación; sostiene que es imposible la operación cerebral del recuerdo sin desconectarse del presente y durante el “déjá vu”, el hipocampo estaría operando en la búsqueda de información del pasado, pero sin contenido concreto. Así se produciría la dicotomía de una escena objetivamente nueva experimentada subjetivamente como ya vista.
Para la política ecuatoriana es interesante este fenómeno y sus explicaciones porque estamos viviendo el presente como recuerdo, experimentamos muchos casos de “déjá vu”. El reciente homenaje a un funcionario, aparentemente involucrado en irregularidades, es objetivamente actual, pero todos tenemos esa sensación de que es el pasado que ha vuelto. Diez años atrás, veinte años atrás y más allá, quien sabe si hasta en vidas anteriores, los funcionarios favoritos, acusados de irregularidades, no eran sometidos a investigaciones sino a homenajes. El argumento parece ser que, siendo tan evidente la inocencia, solo cabe mala fe en la denuncia y la sola sugerencia de algo impropio es un vejamen que exige reparación. Los asistentes solían ser, en estos casos, parientes, amigos, agnados y cognados, subalternos y cualquiera dispuesto a poner las manos al fuego por el homenajeado. Deliberada o involuntariamente, estaban previniendo o amedrentando a los jueces. Resulta incomprensible el afán de eludir las investigaciones si la inocencia les parecía tan evidente. Muchos episodios de nuestra realidad política actual provocan esa sensación de que ya lo habíamos visto en alguna parte.
La descalificación de candidatos en el Consejo Nacional Electoral es presente, pero todos lo estamos viviendo como recreación del pasado. Cuando vemos al presidente de un órgano fiscalizador que se niega a investigar las denuncias aduciendo el riesgo de desestabilización de la democracia, no sabemos si estamos en el presente o solo estamos recordando algún episodio del pasado. Los que amenazan a la prensa, ¿son reales, son muertos vivientes, o solo figurantes en un episodio de “déjá vu”? Sería interesante saber si, la persona que provoca esa sensación de pasado viviente, se siente, ella misma en el pasado o como recuerdo del presente.