Ya varios no se indignan del “juego sucio” en la disputa política. Cuando los electos se vuelven presos de los intereses particulares, o se dotan de privilegios particulares o se corrompen, indigna y crea rechazo. Entonces la democracia se vuelve más oligárquica que democrática y destruye la confianza ciudadana.
Todo eso puede ser política sucia pero uno se refiere con eso al uso de medios no éticos ni leales con la convivencia democrática; de no respeto al contendor, se le combate no con argumentos ni razones sino con medios considerados “sucios” para denigrarlo, devaluarlo y desconfiar de él, desfigura su imagen, se propagan rumores con falsedades sobre la persona, lo que va a hacer, las desgracias que implicaría. Se trampea al elector induciéndole a rechazarle y votar por quien hace esa política sucia. Es un empobrecimiento de la política.
Siempre ha habido de estas prácticas, pero ahora crece, por encima de los niveles que la construcción democrática reciente en Ecuador la limitó.
En la campaña de 2013 ya se vio más pintas en las calles de insultos y de asociar ciertos candidatos con “lo malo” del momento, simples descalificaciones, sin ideas ni propuestas. En las redes sociales se divulgan acusaciones de todo tipo de uno u otro candidato. Se destruyen los sitios web o los mensajes de algún contrincante, irrespetando la libre expresión. En la campaña de 2014, estas prácticas crecieron. El Gobierno anunció que se había enviado a direcciones particulares anuncios de incrementos de impuestos para dañar la imagen del Alcalde candidato de AP. Si fue así, estaríamos ante un grave incremento de la guerra sucia. A su vez, Rodas fue muy descalificado en las paredes y asociado con la extrema derecha o con la corrupción bancaria. Todo esto muestra al cinismo como práctica generalizada.
Y es también guerra sucia que unos alcaldes creen confusión deliberada usando los logos de los Yasunidos para solicitar firmas para explotar ITT, y que gente inocente firme apoyando la no explotación petrolera ahí. Y el Presidente sin más insinúa que los Yasunidos están financiados por Chevron.
La polarización política lleva a que cada cual considere que los medios no importan ante su pretensión de tener razón. Se hace del cinismo práctica normal. Decir y desdecirse ya no es excepcional, la política se convierte no solo en práctica mediática, al ejercerse con mensajes de medios de prensa, y así ganarse espacios públicos, sino se construye realidad y propuestas como instrumento para convencer sin más al ciudadano de verdades de papel. Esta abierta manipulación carcome la disputa política, se la vuelve “arte” de manipular, con menos ideas. Todo se vuelve permitido, incluido la política sucia. ¿Cómo frenar esta política y reforzar una ética pública?