Es una clara demostración que “en todas partes se cuecen habas”. Lo afirmado por el gobierno hace menos de 2 años y resaltado por algún economista del exterior bastante extraviado en cuanto a que el Ecuador era el jaguar latinoamericano, duró muy poco tiempo. Esta expresión de ser un supuesto jaguar buscaba ilustrar las obras de relumbrón del gobierno, unas necesarias otras “elefantes blancos”, y además mostrar al mundo un imaginario buen manejo económico. Esta ilusión óptica de bienestar atada a los elevados ingresos derivados de los altos precios del petróleo que tuvo el Ecuador durante aproximadamente 8 años del actual régimen, se hicieron polvo. Como muchas veces se comentó, la economía ecuatoriana jamás pudo haber sido calificada favorablemente por nadie, porque el manejo fue muy deficiente y los resultados también. Con altos precios de petróleo y con bajos precios de petróleo, el riesgo país ocupó siempre las peores posiciones de la región. El gobierno nunca ahorro un centavo, todo se gastó y, aparte se endeudó en exceso. La inversión extranjera, no obstante de toda esa maquinaria publicitaria que nos acosaba a diario con el repetitivo discurso del cambio de la matriz productiva, nunca reaccionó. El crecimiento económico promedio por año fue menor al de los años previos al actual gobierno. El empleo se movió entre más desempleo y menos subempleo y viceversa, es decir, menos desempleo con más subempleo. En resumen, la desocupación creció y no aumentó más debido a la magnitud de la contratación pública.
Y, en indicadores de pobreza, diga lo que diga el oficialismo, trate de aclarar lo que quiera, el avance fue menor que en el “precorreísmo”. Por cierto, paradójicamente la pobreza cayó menos que entre el 2000 y el 2006 a pesar que entre el 2007 y 2015 el gasto en subsidios fue monumental, al punto que en algunos años superó el 7% del PIB. Todos estos indicadores y otros, ¿pueden haber dado espacio para llamarle al país el jaguar latinoamericano?
No solo en el Ecuador hay desconocimiento económico sino también en el exterior.
Otra lección que nos dejan estos años es que la economía no puede estar cimentada en factores aleatorios como el precio de petróleo ni puede sostenerse en el tiempo sin el concurso activo de sector privado nacional y extranjero.
Para el gobierno el Estado era todo, el controlador, el supervisor, el actor, debiendo además estar presente en todo. Ya quiebran varias empresas públicas y la fila es larga. Tamaño error.
Han fracasado en la conducción económica como lo hicieron sus socios ideológicos de Venezuela y Cuba.
Hoy estamos en una recesión que va a durar al menos 3 años y en una crisis económica así no la quieran aceptar. No es culpa ni del precio del petróleo ni del dólar apreciado ni de nadie más sino de nosotros mismos, es decir, del gobierno ecuatoriano. Nunca fuimos jaguar, solo un gatito flaco hoy bastante enfermo.