Desastroso. Esa es la primera palabra que viene a la mente al analizar los resultado de las políticas públicas en la pobreza. Desastroso porque a pesar de contar con abundantes recursos y de gastarlos a manos llenas, la caída de la pobreza en el gobierno actual es mucho menos de lo que fue en los gobiernos anteriores. Y los datos del INEC para el 2012 lo confirman.
Cuando se habla del “índice de pobreza”, se habla del porcentaje de la población que tiene un ingreso tan bajo que se lo define como pobre. A diciembre de 2011, el 28,6% de la población ecuatoriana estaba en esa categoría. Un año después bajó a 27,3%, es decir, 1,3 puntos porcentuales. Eso es poco, considerando el enorme gasto del gobierno y la velocidad a la que caía la pobreza en los gobiernos anteriores.
Entre 2001 y 2006, la pobreza cayó, en promedio, 3,5 puntos porcentuales cada año; durante el gobierno actual ha caído la mitad de rápido (1,7 puntos por año).
Se podría argumentar que es más fácil bajar la pobreza cuando está alta (como en el 2001) que cuando ya es más moderada (como ahora). Pero ese razonamiento es incapaz de explicar por qué en el año 2011 la pobreza sí cayó rápidamente (más de 4 puntos). En otras palabras, hace sólo un año, la pobreza cayó fuertemente, lo cual demuestra que no es tan difícil bajarla de los niveles moderados actuales.
Por cierto, el 2011 es el único año durante este gobierno en que la pobreza cayó rápidamente y si eso se dio es porque justamente en ese año ocurrió lo que se necesita para que la pobreza caiga: la economía creció mucho y los precios crecieron poco. Pero en el 2012 el crecimiento económico fue más moderado que en el 2011 y la pobreza cayó poco.
Lo que pasa es que entre 2001 y 2006 la economía crecía más que durante este gobierno y la inflación, sobre todo desde 2003, fue menor que en este gobierno. Por eso la pobreza cayó más rápido en la “larga noche” que en el “brillante amanecer”.
Pero el gobierno actual ha tenido una cantidad inmensa de recursos que, en teoría, podía gastar y beneficiar a los más pobres. El problema es que mucho del gasto público no llega a los más pobres sino a burócratas de la clase media o alta. El dinero del gobierno llega a empleados públicos con estudios universitarios que igual no serían pobres; para reducir la pobreza hay que crear empleo para personas sin educación y eso sólo lo puede hacer el sector privado.
Eso significa que se necesita inversión privada para bajar la pobreza. Y la inversión privada sólo llega a los países donde no se la maltrata. Además, hay que crear abundante empleo y con las reformas laborales y los aumentos salariales, es difícil que alguien se atreva a contratar masivamente empleados nuevos. El segundo boom petrolero parece una gran farra a la que no están invitados los realmente pobres.