Oiga amigo -irrumpe Carlos- usted que escribe para EL COMERCIO quisiera que cuente el drama que vivimos los padres, madres y los chicos y chicas de tercero de bachillerato, de aquellos que están por graduarse.
No hay presupuesto -sigue Carlos- que soporte la cantidad de gastos de este último año de estudios: paseo dentro o fuera del país, fiesta de graduación (hotel, cena, invitaciones, licor, vestidos). Reuniones y pugnas entre padres por los eventos y los gastos. Tensiones con los chicos que tienen sus aspiraciones. A la par otros egresos y preocupaciones: inscripción en las universidades, cursos de nivelación. La verdad -dice el abatido Carlos- estoy no solo endeudado sino mal genio. La experiencia se ha convertido en tortura y bronca familiar.
Pero -sigue Carlos- lo más angustioso es ver a tu hijo o hija con tantas presiones. No solo están con toda la carga académica del fin del colegio, sino con todas las incertidumbres por la culminación de un periodo vital. La mayoría no sabe qué hacer de sus vidas, qué carrera seguir, hacia dónde arrancar. Y encima tienen que soportar el fastidio de unos padres, madres o abuelos que les inducen a tomar uno u otro camino: “Hazte ingeniero como tu papá”… “tienes que ser médica como tu mamá”… “tienes que ser abogado como tu abuelito”… “qué tal si aprendes del tío empresario”… “cuidado con seguir los pasos de la tía chumada y bohemia”… “seguirás algo que te dé plata”… “no te meterás en sociales que los de la Senescyt no te darán beca “… Pobres guambras -exclama Carlos- si en años anteriores los chicos recibían la coacción de las familias y del mercado, los de esta generación reciben además el pesado fardo de un nuevo y poderoso actor: el Estado que desde el Olimpo académico le dice: “Tú no eres ni serás nadie, si no consigues un PhD alineado al plan del Buen Vivir”… esa es “mi excelencia”… para ello tienes que someterte a una cantidad de pruebas para que te beneficies de mis becas y prebendas. Entonces, antes de graduarte te tomaré dos evaluaciones obligatorias: ¿fechas? ¿inscripciones electrónicas?, desorganización… pocos cupos…competencia… bienvenido al mundo adulto, al reino del Estado que define tu destino, tu carrera, tu vida.
¿Dónde ha quedado la formación para la libertad, la creatividad, la independencia personal, el cambio social, el sentido crítico y la realización… si todos, Estado, Ministerio de Educación, Senescyt, colegios, padres y madres, forzamos a los chicos y chicas a que se conviertan en soldados (con PhD) del capital o del Estado? Este el caso de los chicos que tienen algún chance de seguir la universidad. ¿Y el drama de las decenas de miles que por la pobreza, la pésima educación y las famosas evaluaciones no tendrán universidad ni esperanza de algún empleo decente? -pregunta indignado Carlos.