Pobre clase media

Una persona cualquiera que ha recibido de sus padres como única y valiosa herencia la educación, empieza su vida desde cero. Se establece como profesional, se casa y forma una familia, trabajan y ahorran para conseguir su casa propia y luego un vehículo para movilizarse. Esto puede tomarles la mitad de la vida y en el último tramo empiezan a vivir para los hijos y procuran darles a ellos educación, si es posible de cuarto nivel en el exterior.

Algo así es la biografía de la clase media; por debajo de ella está una mayoría inmensa que no puede aspirar a tanto y por encima está una pequeña minoría, el 0,14% de la población, dueña del 51% de la riqueza mundial. La clase media puede ser más grande o más pequeña, según el nivel de desarrollo del país y puede dejar una herencia a sus hijos o hacerles donaciones en vida.

La clase media tiembla cuando los gobiernos deciden tomar medidas de ajuste o buscan más recursos para cumplir las promesas de reducir la desigualdad. Más aún cuando los gobiernos empiezan a hablar de impuestos al patrimonio, abolición de la plusvalía o consumismo capitalista. Cuando los gobiernos necesitan más recursos apuntan a la clase media porque los de abajo no tienen y con los de arriba no se atreven.

Es a la clase media de las sociedades desarrolladas adonde apunta el economista estrella que vende por millones su libraco de 700 páginas como si fuera una novela de aventuras. Me refiero al marxista, que nunca leyó a Marx y rechazó la legión de honor, Thomas Piketty. Sostiene que el capitalismo es una maquinaria de producir inequidad porque el rendimiento del capital, que está en manos de una ínfima minoría, es superior a la tasa de crecimiento económico de las sociedades. Fanático de las estadísticas, ha llenado su libro con cuadros y datos de los últimos 200 años y entre los capítulos novedosos está el que se refiere a la herencia.

La clase media se ha vuelto rentista, dice, a medida que aumenta en edad ahorra más para su retiro, por la sensación de seguridad o para incrementar la fortuna familiar. El capital tiende a multiplicarse y se acumula exponencialmente. Los emprendedores siempre tienden a vivir de las rentas, concluye. En las sociedades desarrolladas este sector es creciente porque vive más, ahorra más y deja herencias que facilitan a la siguiente generación la acumulación de fortuna y el incremento de la desigualdad. Después de la guerra cambió esta tendencia pero está en recuperación.

Piketty sugiere ponerle un impuesto especial a los más ricos y a la herencia. El camino descrito seguirán las pequeñas clases medias de los países marginales, a menos que se encuentren en el camino con gobiernos confiscadores que suelen ser también corruptores y contribuyen a la formación de ese capital acumulado en los paraísos fiscales que escapa a las estadísticas de Piketty.

lecheverria@elcomercio.org

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