La descalificación de Carlos Falquez, el exuberante gasto electoral no controlado, la absurda y suicida estrategia para captar la Prefectura del Guayas, así como un triunfo muy difícil de impedir de Jaime Nebot a la Alcaldía de Guayaquil invita a revisar la historia para recordar las victorias de Pirro de Epiro que permitieron generalizar el término para estigmatizar a los triunfos muy costosos: “victoria pírrica”. Esta expresión regresa en el caso de producirse un difícil panorama para el líder socialcristiano al alcanzar un casi seguro triunfo para la Alcaldía de Guayaquil. Añádase para una compresión global, la fuerza del “binomio” Jimmy Jairala y Viviana Bonilla a la Prefectura y Alcaldía con el objeto de realizar una exitosa operación “plancha” en la ciudad y la provincia del Guayas para copar amplios espacios para la lista 35.
De coincidir estas circunstancias en el próximo febrero y sin caer en profecías apocalípticas, no es difícil ensayar como hipótesis las graves barreras políticas que tendría que sortear la gestión de la Alcaldía en la ciudad octubrina en el próximo periodo, que seguramente coincidirá con la campaña de la re-reelección presidencial. Muchas interrogantes debiera tener la comunidad guayaquileña y en general la guayasense a la hora del balance actual; sin embargo, hay una reflexión básica que debe servir de explicación y prevención al proyectar los posibles escenarios que experimentará el peyorativamente denominado “Puerto Principal”.
Luego de la destitución de Abdalá Bucaram se inició un interregno político en el Ecuador que repletó los anecdotarios de América Latina: presidentes destituidos, varios en el mismo día, retiro de la confianza de las Fuerzas Armadas, el parlamento convertido en un psiquiátrico para descalificar a un mandatario y otros sucesos de los cuales no puede excluirse la aprobación de la ley de la Agencia de Garantía de Depósitos, AGD. En todos ellos los líderes del PSC fueron actores determinantes y empezaron a replegarse hacia Guayaquil presumiendo un exitoso manejo virtual del país, desde los bastiones partidistas de la ciudad.
El resultado, sin embargo, fue otro: ya no alcanzaron el poder directamente y las bancadas parlamentarias llegaron a disminuir hasta el extremo de que en las últimas elecciones, en la provincia madre -el Guayas- solo alcanzaron 4 de las 20 curules. En estas condiciones lo que sucede en la actualidad no debiera provocar sorpresas. Es el fiel resultado de la indiferencia de la principal agrupación política en la urbe mayor densidad poblacional del país.
Ojalá que la victoria para el sillón de Olmedo en febrero no haga recordar al príncipe Bernardo de los Países Bajos, luego de la operación “Market Garden” a finales de la Segunda Guerra Mundial en 1944, cuando ante un desastroso triunfo aliado expresó desconcertado: “Nunca más podrá mi país darse el lujo de sufrir otro de los éxitos de Montgomery”.