Varias cosas me llamaron la atención durante estos días de vacaciones en esta otra tierra mía que por cierto vive la crisis a su manera, una crisis que se hace visible hasta en las calles de París y muy particularmente en el índice de desempleo de los y las jóvenes que genera en ese incipiente verano un ambiente de morosidad y pesimismo.
Y llegué justo en el momento de la victoria política del famoso “matrimonio para todos” -y por supuesto para todas también, aun cuando la consigna se formule en masculino-, ley que generó y sigue generando impresionantes debates que lograron polarizar como pocas veces a este país de los derechos.
Habría que mencionar, para explicar la virulencia de los debates, que la ley consagra no solo el matrimonio civil, sino que permite asimismo la adopción y la posibilidad de tener hijos con técnicas de fertilización por medio de alquiler de vientres.
Y si bien la gran mayoría de franceses no se opone al matrimonio civil, no conciben ni la adopción ni la posibilidad de técnicas modernas de fertilización para los homosexuales. Lo deplorable de estos debates es que volvieron a dar fuerza a pequeños grupos de extrema derecha, skinheads y neonazis que nuevamente se manifiestan de manera violenta en las calles.
Paradójicamente la ley está generando nuevas expresiones homofóbicas que se habían mostrado muy discretas en los últimos años; además, muchos de los homosexuales y lesbianas en Francia declaran no haber tenido nunca la intención de casarse.
Tal cual en Colombia, creo yo. No obstante, todos y todas entienden y defienden la necesidad de equiparar derechos y se comprometen a respetar y defender la ley ya aprobada. Qué diferencia con el llamado a la desobediencia de algunos notarios y jueces colombianos.
Y, bueno, no puedo dejar de mencionar algo que me gustó mucho por su contenido y su estética. Se trata de unas inmensas vallas en el metro de París, de color verde, llenas de fotografías de mujeres jóvenes y menos jóvenes, de parejas e incluso de hombres, con un texto que dice: ‘Sexualidad, anticoncepción, aborto’. Y debajo, estas tres palabras: ‘Un derecho. Mi escogencia. Nuestra libertad’.
La opinión ciudadana en Colombia es todavía atrasada en relación con el tema del aborto.
Y terminaré con otro dato que tiene, de hecho, bastante conexión con el precedente: Francia, con el aborto totalmente legalizado desde 1975, sigue siendo el país de Europa con la tasa de fecundidad más alta (2 hijos por mujer). En Alemania la tasa es de 1,39, de 1,38 en España, de 1,41 en Italia y de 1,98 en Inglaterra. Al mismo tiempo, Francia es uno de los países donde las mujeres trabajan más. Esto gracias a las políticas para la familia, que son unas de las mejores de Europa y representan casi el 4 por ciento del PIB francés.