Medir la situación de crisis en España es compleja; las cifras de desempleo o déficit fiscal son apreciadas día a día. Lo que observo, lo hago a pie y corriendo. He terminado rayos X, exclama un joven mallorquín, no tengo trabajo, seguiré estudiando Enfermería, son cotizados en el exterior. Mi hijo ha concluido sus estudios de árabe, ha decidido buscar su suerte en Palestina, estoy muy asustada, comenta su madre. Si antes vendía 100 paellas los fines de semana, ahora vendo 30, comenta desconsolado un valenciano de pueblo. ¿Sabéis lo que es estar parado por fuerza, sin producir nada, sin hacer nada, viviendo de la seguridad y de la calle? Muchos, muchos cafés y comercios pequeños cerrados en Barcelona, algunos dueños o empleados han logrado marcharse a Alemania, donde los necesitan. Otros vuelven a recordar el “sueño americano”. Y este será un destino, ahora por razones distintas a las de la emigración causada por la Guerra Civil española, allá por la década del 30 del pasado siglo; o en las sucesivas crisis económicas de décadas posteriores, muchos pobres españoles terminaron en las huertas francesas.
En estos años, el Ecuador ha ido recibiendo migrantes peruanos, colombianos, cubanos, muchos han ido reemplazando a aquella gran cantidad de gente ecuatoriana -mayoritariamente campesinos u oficiantes medios- que se colocaron en la calle de joyeros azuayos en Nueva York, en las exitosas campañas de la construcción en Madrid o en las huertas murcianas. Sin embargo, las leyes migratorias se han puesto cada vez más duras; muchos compatriotas sin papeles han tenido que volver porque la panacea del trabajo en el mundo ‘desarrollado’ se ha reducido. Me pregunto, ¿cómo enfrentaremos estos países que se sostienen aparentemente boyantes por los préstamos e inversiones chinos, el narcolavado o el precio del petróleo, con los tres frentes inmigratorios: el retorno ecuatoriano, los vecinos latinoamericanos e irónicamente hablando, los nuevos españoles y estadounidenses?
Los estadounidenses aparentemente vienen para gozar de una jubilación buena, bonita y barata. Muchos se han establecido en Cuenca. Aún no conocemos el impacto que estos tendrán a nivel social, cultural y económico. Sin embargo, percibo que la española será de otro tipo. Muchas compañías españolas de calidad y especialización que nuestros países carecen, apuntan a invertir o ser contratadas por el Estado; muchos intelectuales se abren campo con los colegas universitarios, como capacitadores o consultores. Quizás el influjo sea muy beneficioso en términos de elevar el nivel de competitividad y conocimiento, pero… el Estado debe estar preparado a saber cómo lo lleva sin que afecte al conjunto y nos hunda a todos .