Ollanta Humala acaba de triunfar en las elecciones presidenciales del pasado domingo. Pese a existir varias opciones, la segunda vuelta en el Perú se convirtió en la difícil decisión de escoger entre el candidato menos malo. A la final, Humala se impuso sobre Keiko Fujimori por un estrecho margen.
Una vez que la suerte está echada, surge la expectativa si todo lo que se ha dicho sobre Humala se hará realidad o no. Hay varias de las interrogantes. ¿Tomará distancia de Chávez? ¿Cómo manejará la economía? ¿Su modelo nacionalista calzará con la dinámica adoptada por el Perú en los últimos 10 años? ¿El énfasis en lo social terminará por ahuyentar a la inversión privada? ¿Fortalecerá la relación de su país con sus vecinos?
Entre 2002 y 2009, la expansión del Producto Interno Bruto del Perú fue del 60%. El crecimiento en 2010 se ubicó en el 8,78%. Ha ocupado el primer puesto en América Latina en ofrecer condiciones propicias para hacer negocios.
En lo que respecta a las relaciones con Ecuador, después de la firma de la paz en 1999, los logros en términos de comercio, inversiones e integración han sido importantes. Aunque mantenemos una balanza comercial negativa con el Perú, nuestras exportaciones han aumentado de manera paulatina. En términos de inversión directa, actualmente existen en el Perú aproximadamente 40 empresas ecuatorianas. A nivel de integración, la movilidad de personas se ha incrementado, también los flujos turísticos, bienes y medios de transporte. Cabe destacar el impulso dado en la frontera sur al proyecto de riego Puyango – Túmbez, la interconexión vial y la construcción de una importante red sanitaria.
Aunque el tema limítrofe ha quedado subsanado con el Perú y el presidente saliente, Alan García, ha hablado de reducir gastos en armamento y de levantar varios destacamentos militares dispuestos a lo largo de la frontera con Ecuador, no se sabe con certeza qué piensa hacer Humala.
En este escenario, el Gobierno del Ecuador debería tomar la iniciativa y desarrollar una agenda que busque afianzar las relaciones y, al mismo tiempo, reducir cualquier tipo de amenaza a su seguridad. En ese sentido, el comercio no puede ni debe ser solo una prioridad. Se debe ampliar la agenda de los dos países a aspectos de integración y cooperación en términos de movilidad humana, generación de empleo, medioambiente y sobre todo seguridad. El flagelo del narcotráfico y sus actividades conexas deben ser manejados, así como otros, de manera coordinada y conjunta.
Si la elección de Humala no puede tomarse como algo realmente positivo, al menos hay que procurar que los intereses del Ecuador no se vean afectados.