Persecución a Twitter

De acuerdo con la Ley de esa nación, a todo tuitero que se lo descubra propagando rumores falsos, se le aplicará una multa equivalente a USD 3 150 y los autores de noticias falsas y perjudiciales para la sociedad pueden ser condenados a una pena de hasta cinco años de prisión.

Tranquilos amigos tuiteros, esto sería imposible que ocurra en nuestros patios. Cito la fuente, diario O Globo, ‘Gobierno chino dice que los microblogs son peores que las drogas’. Estamos llegando a niveles de intolerancia tan fuertes que resulta ridículo leer noticias como estas, en pleno siglo XXI, el de las grandes innovaciones tecnológicas iniciadas en el siglo pasado por Steve Jobs.

Se viene a la memoria el día en que apareció en el pleno de la Asamblea Nacional un iluminado legislador con un pájaro azul en sus manos para aclarar que no había ninguna intención de censurar al ‘feibuk’. Al parecer, quería referirse a Twitter, cuyo símbolo es el ave que hace trinos. El diputado quería salir al paso de las fuertes reacciones que se habían dado a través de esa poderosa red de comunicación que, como se ha planteado en artículos anteriores, es el mayor símbolo de la libertad, incluso en los países donde hablar de democracia parece un sacrilegio.

El Gobierno de China, de acuerdo con la noticia citada, advirtió a sus ciudadanos que los rumores a través de la Internet son como las drogas y que por lo tanto había que resistir a la tentación de desparramarlos, caso contrario, pasar cinco años privados de libertad.

Según la publicación, las drogas como la heroína hacen mal a la salud y los rumores son capaces de algo mucho peor, como envenenar a las personas y afectar el orden social. Si se analiza con atención, este anhelo puede resultar loable, el problema es que los regímenes totalitarios lo solucionan todo con multa o con la cárcel.

Cuando lo más lógico es combatir el hambre y la pobreza, los regímenes autoritarios prefieren controlar el pensamiento. Cuando el problema de la sociedad es la violencia extrema, prefieren perseguir a los tuiteros. Los iluminados congresistas deberían inventarse otras cosas en lugar de restringir el pensamiento que siempre ha sido universal.

“Para no enloquecer o deprimirse bajo un sistema totalita-rio es importante mantener un trozo de felicidad a la que ellos no tengan acceso”. Así se expresa @yoanisanchez, la famosa tuitera y bloguera cubana que, a través de esta red, expresa que mucho más allá de las restricciones al pensamiento universal existe vida y esperanza.

En vez de perseguir a los tuiteros, los gobiernos deberían concentrar sus esfuerzos en supe-rar la extrema pobreza, generar empleo, educación, salud, agua potable. El tuitero siempre será irreverente con el poder y será implacable con la ridiculez de los políticos.

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