Mientras más pasan los meses y los años más fuerza cobra la teoría de que el Régimen tiene más interés en permanecer que en gobernar. La mejor muestra de la plena vigencia de esta hipótesis es el reciente anuncio de que el Ejecutivo planea convocar a una consulta popular sobre dos asuntos tan disímiles y hasta contradictorios como unas reformas penales (supuestamente diseñadas para combatir la inseguridad ciudadana), pasando por la prohibición de las corridas de toros. Es decir, en un caso reeditar la vieja, viejísima, teoría de que los delitos bajan mientras más drástica es la pena, como si a los delincuentes les asustara de algún modo la amenaza legal. En el segundo caso, en lo de los toros, el viejo, viejísimo, truco de distraer y marear al público.
La consulta popular, sin duda, es principalmente una herramienta del Régimen por preservar y engordar su activo más preciado: la popularidad. Es que la popularidad es la mayor fuente de legitimidad del oficialismo. Dentro de poco se podrá argumentar una vez más que el Régimen ha ganado en número de elecciones seguidas y que, por tanto, el Gobierno es la fuente de todo lo justo, de todo lo verdadero, de todo lo conveniente y de todo lo apropiado. Se podrá argumentar, adicionalmente, que el Régimen podrá acumular poder en proporción de sus victorias electorales. Esta teoría, la de mantener la popularidad a como dé lugar, se basa en la errada concepción de que la democracia es un sinónimo de las elecciones. Por lo tanto, quien gana las elecciones es fundamentalmente un demócrata y, por supuesto, quien gana varias elecciones en seguidilla tiene derecho a refundar países y a decidir sobre nuestro destino.
Desde el punto de vista coyuntural, además, la consulta popular permite distraer a la ciudadanía y a la opinión pública de los temas políticos y económicos verdaderamente importantes. En otras palabras, mientras aumentan los asaltos y los secuestros en todas sus variedades, mientras los sicarios y los asesinos se pasean a discreción por las calles, el Gobierno nos tendrá discutiendo sobre toros y corridas. Nosotros seguiremos viendo a las musarañas y cazando tilingos’
Esto de la consulta popular también le dará espacio al Régimen para hacer lo que mejor sabe: alargar la campaña electoral hasta el infinito. No muy en el fondo la ocasión de la consulta será utilizada al máximo para embutirnos propaganda y propaganda, más que de costumbre, y para intensificar lo que hemos vivido en los últimos tres años, es decir una campaña electoral perpetua y sin visos del final. Así que preparen sus cédulas de identidad y no se olviden de plastificar el certificado de votación.