Fue interesante, sin duda, el último periplo presidencial, con estaciones en Alemania, Italia, el Vaticano, España, Santo Domingo y Haití. Especialmente, por los saludos dedicados a doña Ángela Merkel y al papa Francisco, luego de ganar ampliamente las elecciones presidenciales ecuatorianas. Esto mientras en Venezuela el candidato de la Alba, Maduro, sudaba la gota gruesa tratando de que se cumpla -sea como sea- la tajante y póstuma orden chavista. “Nicolás, a la presidencia. Cuidado con fallarme”.
La jornada alemana fue la nota. La canciller doña Ángela es la mujer más poderosa del mundo, la jefa y tesorera de Europa, la persona que manda en el Viejo Continente, según lo confirman y aceptan Rajoy y sus colegas. Y, en honor a la verdad, ella recibió bien al primer Presidente socialista del Ecuador, anotando en pocas palabras que las cifras básicas son buenas.
El viceministro germano Jurgen Beerfeltz fijó un objetivo para el Ecuador. Avanzar y convertirse en el jaguar latinoamericano. Se le fue un poco la lengua y habló en presente pero sus palabras fueron un grato estímulo. Correa, por su parte, fue al grano. “Sí, doña Ángela, vamos al acuerdo comercial con la Unión Europea. De verdad y aquí le presento cincuenta empresarios que van a festejar cuando firmemos el documento”.
El segundo paso correísta fue invitar con entusiasmo a los pesos pesados de Alemania para que invirtieran en el Ecuador. Para que eso suceda hay que dar garantías plenas de respeto a las normas legales. La promesa fue planteada implícitamente y, en realidad, lo que el país necesita a estas alturas es un empuje de los capitales y empresarios foráneos. Todo bien y solo hubo dos puntos dudosos.
Uno, la mención a posibles expropiaciones, por supuesto en casos necesarios y previo el pago del valor justo del bien expropiado. El analista Walter Spurrier, quien escribe sus artículos con reconocida mesura, cree que esa anotación presidencial puede crear dudas entre los interesados. Otro punto. En las declaraciones públicas del Jefe hubo reiterados codazos a la prensa. Es decir a empresas que se forjaron y crecieron cumpliendo con los preceptos legales vigentes y que, además, realizaron un gran esfuerzo para sobrevivir mientras otras murieron, por cientos, en el camino, según lo registra la historia periodística ecuatoriana.
Se espera que hasta el final de este año se firme el acuerdo comercial. La presencia presidencial fue, pues, apropiada y bien recibida. De paso, surge la pregunta: ¿y qué estará sucediendo con el otro acuerdo comercial interesante para el Ecuador? ¿Qué pasa con los gringoides? La embajadora en Washington doña Natalie Celi tiene la palabra.
En cuanto a las dos cordiales visitas al Papa argentino rememoraron escalas del pasado del jefe Rafael en Zumbahua y algo en La Salle y complementaron su filiación política relacionada con la izquierda cristiana. ¿O no?