Ecuador parece encaminarse a dar una vuelta de página cambiando de gobierno. Vale pensar y concebir prioridades, en una fase distinta del crecimiento económico y del auge de consumo con la generosa renta petrolera anterior. Ya no puede ser la modernización al estilo nuevo rico que todo podía y no importaban los costos.
Conviene estar más centrados en la realidad y en inventar el futuro; aliar cambio e innovación. Hay problemas acumulados que se deben solucionar proyectando el Ecuador de aquí 3 o 4 generaciones. El crecimiento demográfico que irresponsablemente no se lo asume, hará pronto un país muy densamente poblado que integre su espacio urbano con el rural casi en todas partes.
Ecuador podrá parecerse a ciudades cercanas, interrelacionadas por inmensos suburbios.
No se debe dejar que simplemente eso acontezca, sin una previsión para preparar el futuro. Es urgente el ordenamiento del espacio para mejor situar los poblamientos, la urbanización, y preservar las mejores tierras agrícolas, pues con el incremento poblacional, garantizarse la alimentación es el mínimo de previsión.
También Ecuador debe encaminarse no a una invasión de la ciudad al campo sino a una convivencia programada entre campo y ciudad. Concebir el espacio urbano en concordancia con el rural es necesidad para no crear dos espacios negativos para la vida humana, la convivencia social y el bienestar.
Más que ahora, para este futuro espacio es indispensable reorganizar el sistema administrativo-político local y por ente los demás niveles de gobierno. Esta organización en parte respondía al hecho que los centros de poder estaban distantes de las poblaciones locales. Pero en un futuro cercano, esa distancia geográfica no existirá.
Por ello y por que se trata de crear más nexos entre las personas, el poder local debe ser repensado, debe adquirir más autonomía y capacidad de gestión.
Uno de los barrios en boga de Quito, Cumbayá, no tiene sentido que sea una parroquia rural cuando es una ciudad. En cambio, el municipio debería ser reorganizado para tener más que administraciones zonales, municipios circunscritos, entes con más responsabilidades y en medida de convocar o interesar a la gente.
También, debe haber alguna base de gestión interbarrial. Por algo ya no tenían más sentido las parroquias, pero había que reorganizar el nuevo espacio urbano.
Pues, lo que cuenta es que la población pueda, en sus relaciones, crear más sociedad, más convivencia y bienestar colectivo.
No espacios de habitaciones en que la gente se ignora y no se encuentra sino en los templos del consumo, los centros de compras.
Así, una prioridad de la nueva época sería modificar la orientación centralista que AP dio a la descentralización; también ahí el sentido original fue vaciado para volverle concentración del poder.