Que los delincuentes contra la propiedad tienen hastiada a la sociedad ecuatoriana, ya no cabe duda. Pero también hay delitos contra la vida que están causando temor justificado. Por ejemplo: el 24 de abril del 2010 se hizo pública la estadística de muertes de mujeres, a manos de sus esposos o compañeros; y, en peor término, el capítulo de los maltratos físicos que, en el año 2009, provocaron 63 837 denuncias; pero también 9 011, de los esposos. ¡Estas, solo las denuncias que se presentan!
Ya es común enterarse, por los medios de comunicación, de ejecuciones por medio de sicarios. En una sola edición –domingo 6 de junio del 2010- se informa que un primo del Director de la Comisión Nacional de Tránsito, señor Martín Antón Behar, fue asesinado el viernes en la noche cuando abandonaba un taxi. En la página 5, una relación sobre el asesinato a la señora Jessica Núquez, cónyuge del asambleísta Carlos Zambrano.
A todo lo anterior hay que agregar casos espeluznantes, relatados en sentencias de la ex Corte Suprema, publicadas recién en los Registros Oficiales de 18 y 31 de mayo del presente año 2010. Espeluzna saber, a través de la sentencia, que una madre dejó por momentos a su niña de 6 meses de edad, y al escucharla que lloraba acudió para darle de lactar. Vio que la niñita presentaba excoriaciones en sus partes íntimas y el violador le contestó’ “que la había violado y si decía algo la mataba junto con sus dos hijos”. Por supuesto, la tierna niña murió. ¿No es éste un monstruo?
En otro Registro Oficial, el del 18 de mayo del 2010, aparecen más sentencias sobre casos verdaderamente infames: violación a una menor de 11 años de edad; otra violación, en pandilla, por ocho individuos que sorprendieron a la víctima ‘ “en lugar despoblado y en estado de indefensión”. Y un hecho que revela hasta dónde llega el estado de descomposición: la violación a una señora de 75 años de edad. En todos los casos las sentencias de la Corte han sido condenatorias, con elevadas penas de privación de la libertad.
Si, en realidad, la mayor dureza de las penas no constituye solución única al problema criminal (tanto que en países donde hay pena de muerte algunos siguen incurriendo en delitos atroces a sabiendas de que les costará la vida), una posible solución para casos tan extremos como el de la violación y muerte de la pequeña criatura aun lactante, debería dar base para crear una nueva pena en nuestro Código Penal: la prisión perpetua. Porque monstruos de esta naturaleza deben ser alejados definitivamente de la vida social, sin derecho a rebajas, puesto que no podemos ni debemos introducir la pena de muerte.
Casos similares al de la violación de la niña serían, por ejemplo, el asesinato de más de una persona, el terrorismo, el incendio provocado que cause muertes y similares.