La catástrofe en Japón aún no acaba. Si el terremoto y el tsunami, ocurridos el 11 de marzo, han cobrado ya más de 9 000 muertos y 13 000desaparecidos, las secuelas de la fuga radiactiva de la central nuclear de Fukushima comienzan a manifestarse en su real magnitud.
La Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) detectó niveles de radiación 1 600 veces por encima de lo normal en un área de 30 kilómetros de la central de Fukushima. Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha confirmado la presencia de radiación en alimentos y agua. Restos de yodo radiactivo fueron hallados en días pasados en agua corriente de la capital de Japón, Tokio.
Aunque para las autoridades niponas la situación en la central nuclear de Fukushima está prácticamente controlada, las emisiones de humo producidas en los reactores 2 y 3 han causado temor y pánico en la población. El fantasma de Chérnobil está presente.
Lo ocurrido despierta preocupación mundial sobre la amenaza que representan las centrales nucleares. Estados Unidos tiene 104 reactores nucleares, 65 de los cuales no cumplirían con los estándares de seguridad necesarios para evitar un desastre como el ocurrido en Japón. Varias de estas plantas se encuentran en zonas con alto potencial sísmico.
El peligro no solo esta en Japón o Estados Unidos. La Unión Europea tiene 143 centrales nucleares. Muchas de estas tampoco brindan seguridad e incluso el cierre de plantas vetustas ubicadas en Alemania y Francia se ha dilatado por la injerencia de intereses económicos.
Es saludable, como así han confirmado los ministros de Energía de la Unión Europea, que sus centrales nucleares sean sometidas a revisión tomando en cuenta terremotos, inundaciones, procedimientos de refrigeración, regímenes de aprovisionamiento eléctrico, ataques terroristas, ciberataques, etc. Sin embargo, esto no es suficiente. Poco se habla de los desechos altamente contaminantes que provoca el uso de energía nuclear. Su costo, en términos ambientales, es elevado. ¿La tranquilidad de los países “desarrollados” reside en la suposición de que siempre va a existir algún país africano o latinoamericano donde se pueda enviar este tipo de desechos radiactivos a cambio de ayuda para el desarrollo?
La utilización de la energía nuclear está profundamente en duda. Es necesario buscar alternativas en la generación hidroeléctrica, eólica y otras.
Lo ocurrido en Fukushima es también una alerta para los países de la región que han incursionado en el ámbito de la energía nuclear. Incluso debería ser parte de la agenda de seguridad regional y hemisférica. Lo que haga un país vecino va a afectar sin duda al otro.