De un payaso al jefe

El 17 de febrero, mientras recibía mi quimioterapia en Solca, dos jóvenes payasos llegaron a la sala de Quimioterapia ambulatoria para alegrar nuestra estadía y especialmente a las niñas, verdaderas princesas, que allí se trataban. El 16 de febrero el presidente Correa, muy suelto de huesos, como es él, cuando logra un triunfo, por pírrico que fuese, describió que con el recurso de casación “se ha demostrado que se puede enjuiciar no solo a los payasitos, sino al dueño del circo”.

Quiero comenzar diciendo que usted me insulta, señor presidente, pues ni me considero un payaso en el sentido por usted dado, es decir, parte de una comparsa en la que el dueño mueve los hilos, ni nunca me he sentido tratado de esa manera en el Diario donde orgullosamente escribo. En casi 6 años de columnista, ningún artículo ha sido sugerido por nadie en el periódico ni nunca me han insinuado cambiar algo de fondo. En un medio público, y así considero que es El Universo, aunque fuese de capital privado, no se establece una relación con quienes escribimos, como la que el Presidente insinúa. Es una relación respetuosa que yo describiría como de ciudadanos, donde quienes opinamos lo hacemos con entera libertad. Me asusta que con la última decisión de una Corte de Justicia nacida sin independencia, se implante el concepto de coadyuvancia. Con ello busca terminar usted, señor Presidente, con esta idea central del periodismo: libertad de opinión y expresión de quienes escribimos. Busca constituir una sociedad de jefes y de payasos, no solo en la prensa.

Debe usted recordar que el papel de los payasitos, como los observé en Solca, es la de alegrar, reconfortar, dar esperanza, sugerir temas para reflexión o para que los pacientes, y en la sociedad, los ciudadanos, exploren nuevos temas. Más ampliamente la prensa pública independiente es uno de los medios de control social sobre el poder. No es la del Panem et Circens, pan y circo, que describe muy bien Juvenal en su décima sátira al relatar la condena a muerte de Sejanus, un antiguo favorito del emperador: “Hace tiempo atrás, de cuando no vendíamos nuestro voto a ninguna persona, la gente ha abdicado sus obligaciones; pues la gente que antes entregaba el comando militar, los altos cargos públicos, legiones –todo–, ahora se limita a sí misma y ansiosamente espera, solo por dos cosas, pan y circo”. Ese circo de una sociedad cerrada y controlada por ciudadanos no deliberantes asusta, señor Presidente. Los payasos en una sociedad libre podemos hacer buenas cosas, un circo como el descrito por Juvenal, señor presidente, contribuirá a implantar, da miedo y no nos conducirá jamás al desarrollo.

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