En Costa Rica la segunda vuelta será entre dos variantes de la socialdemocracia. El profesor y diplomático Luis Guillermo Solís, del Partido de Acción Ciudadana (PAC) frente al ingeniero Johnny Araya, exalcalde de San José, líder del Partido de Liberación Nacional (Liberación).
Solís parece ser keynesiano -más Estado para solucionar los problemas nacionales-, mientras Araya sostiene una fórmula cercana al mercado. Cualquiera que gane respetará la ley. Más del 80% rechazó al Frente Amplio, expresión local marxista contra la democracia liberal.
En El Salvador fue diferente. Disputarán el poder Salvador Sánchez Cerén, maestro, comunista y excomandante guerrillero representando al FMLN, contra Norman Quijano, dentista, anticomunista y candidato de Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
A Sánchez Cerén lo responsabilizan –directa o indirectamente– con cientos de asesinatos, mientras que Quijano siempre se dedicó al deporte, trabajar como dentista y, más reciente, a la política municipal.
Sánchez Cerén logró 10 puntos de ventaja en primera vuelta, pero dos circunstancias esperanzan al Arena: un tercer partido de derecha, del expresidente Saca, obtuvo el 11% del sufragio, mientras el 48% del electorado no votó. Si Quijano lograra que los salvadoreños votaran, él ganaría.
Comoquiera, las diferencias entre ambos son abismales. De ganar Quijano, intentará frenar a las maras, reducir la pobreza y aumentar las inversiones privadas para que miles de salvadoreños engrosen las clases medias.
Quijano desea perfeccionar el sistema. Que haya menos pobres.
Si Sánchez Cerén gana, actuará como un marxista convencido de la maldad del sistema basado en la propiedad privada, y optará por una economía planificada, en detrimento del mercado que, según Marx y él, conduce al enriquecimiento de los poderosos y a la depauperación del trabajador. Ser rico es malo. La propiedad es un robo.
Para lograr un reino de justicia marxista, Sánchez Cerén recurrirá a la violencia y la dictadura del proletariado. Pregúntenle a Stalin, Mao, Castro o Pol Pot.
¿Cómo actuará? Seguirá los pasos del Socialismo del siglo XXI, como Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Ecuador. Cambiará la constitución, prorrogará sine die el mandato presidencial, controlará todos los poderes y controlará, progresivamente, el aparato productivo.
Como postulan los comunistas –y Sánchez Cerén lo es– las revoluciones no se hacen para revocarlas luego en unas ridículas elecciones burguesas.
La alternancia en el poder es entre partidos de una misma familia política, no entre sistemas diferentes. Los partidos se alternan, los sistemas se reemplazan. Una sociedad no puede mudar de piel cada cinco años.