Los últimos sondeos apuntaban al triunfo del derechista Partido Popular en las comicios de hoy en España. Pero Mariano Rajoy no la tendrá fácil.
Primero cabe decir que si las tendencias se confirman -cosa imposible de saber dado el alto grado de indecisos-, el PP no llegaría por sí solo a sumar los 176 escaños de los 350 posibles del Congreso de los Diputados.
En consecuencia, debe contar con algún apoyo de otra fuerza, o hasta la abstención que facilite su investidura como cabeza de lista en este sistema de monarquía parlamentaria.
Una constatación de estas elecciones es la ruptura del bipartidismo. Desde la muerte del generalísimo Franco y con la excepción del centrista Adolfo Suárez, todos los presidentes del Gobierno han pertenecido a las dos tendencias mayoritarias: PP y PSOE (Partido Socialista Obrero Español).
La irrupción en esta campaña de dos fuerzas jóvenes: Podemos ( izquierda populista y Ciudadanos (centro-derecha ) es toda una novedad. Es la foto del agotamiento del sistema y del fin de los tiempos de aquel siempre citado Pacto de la Moncloa.
La campaña ha sido insulsa, sostienen los analistas, a no ser por el violento porrazo que un joven desquiciado propinó en el cierre al presidente del Gobierno, que quién sabe cómo hubiese terminado por estos lares.
El Cara a Cara, entre los líderes de los dos partidos tradicionales con un moderador rebasado y enmudecido por los ataques de Pedro Sánchez (PSOE) al presidente Rajoy hasta que lo sacó de casillas supuso la foto de la ausencia de propuestas. Solo efectos especiales.
Tanto como la negativa de Rajoy a presentarse en entrevistas serias y la apertura a los programas livianos de entretenimiento en la televisión (¡ay los asesores!).
En todo caso si Ciudadanos apoya al PP Rajoy será presidente, pero gobernar en adelante le será difícil puesto que esta nueva fuerza no ve posible formar coalición para no hipotecar su propio futuro. Al PSOE no se lo ve, después del debate, en ánimo conciliatorio y mucho menos al hostil Podemos.