Los ecos de la visita pastoral del papa Francisco quedarán durante muchos años. Sus frases se prestarán, sin duda, a diversas interpretaciones.
En el discurso del Papa cabemos todos.
Más allá de los profundos temas religiosos y los fundamentos de las homilías hay frases que calaron hondo. Su palabra sencilla y su sonrisa amable quedan grabadas en millones de retinas y también en incontables fotos instantáneas de su paso por calles, plazas y altares de Quito y de Guayaquil.
Al arribar a Tababela destacó la consonancia del discurso presidencial con algunos de sus pronunciamientos anteriores. Allí llegó la primera lectura subjetiva. Cuando Su Santidad dijo que el Presidente le había citado demasiado se podría entender como un símbolo de humildad del Pontífice. O, acaso se habrá referido al exceso del uso de la imagen y las palabras del papa Francisco no solo en el discurso de bienvenida sino como una alusión al uso de sus frases en la propaganda oficial como ocurrió durante los días previos a la visita.
Otro tema clave fue la ponderación del diálogo sin exclusiones. Esa idea simple no resiste discusiones por vueltas que se le quiera dar y torcer desde la visión política.
En Tababela, el papa Francisco hizo alusión a un pueblo que se puso de pie con dignidad. Para el Presidente, significará un respaldo a su gestión ya que, como apuntó el Mandatario, eso ocurrió desde hace 8 años con el cambio político que lidera.
Para la oposición es una clara alusión a la gente que ha expresado en las calles su desobligo ante años de tensiones, agresividad verbal y destrucción institucional.
De la homilía sobre la familia en Guayaquil con un significado cristiano pasamos a la homilía de la evangelización en el parque Bicentenario. Allí, el Papa habló de unidad. Se refirió a los 200 años del grito de Independencia y encontró concordancia con el desafío de la evangelización. ‘La evangelización no consiste en hacer proselitismo, el proselitismo es una caricatura de la evangelización(…)’. ‘Eso de evangelizar, esa es nuestra revolución -porque nuestra fe es revolucionaria, ese es nuestro más profundo y constante grito’. Esa fue la exclusiva mención a la palabra revolución, tan manoseada estos años y que, otra vez, puede ser interpretada de distintas formas, como corresponde a la naturaleza diversa, a la formación y la ideología de la gente.
El Papa se refirió en el encuentro académico a una noticia ausente de un anciano que murió de frío en Italia y al contraste con la amplia divulgación de las informaciones de las bolsas de Valores. Quizá Francisco, humano como es, no infalible – al menos en estos temas -, deba apreciar que un desbarajuste en las bolsas de Valores puede traer efectos sociales negativos. Si caen las empresas muchas personas se pueden quedar sin trabajo y es algo relevante que debe ser publicado, acaso tan doloroso o hasta peor como la triste muerte del anciano.
Además, el Papa dijo en San Francisco con claridad que se merma la libertad. Tomemos todos debida nota.