En esta época de cambios necesarios pero también polarización y confrontación en América Latina llega una noticia positiva. El nombramiento del papa Francisco, que presenta un mensaje de esperanza en el mundo. Primero regocijarse que sea el primero de América Latina, el subcontinente más inequitativo del mundo. Constituye un incentivo no solo para identificarse como católicos sino practicar con el ejemplo; para seguir luchando por una sociedad más justa, equitativa, solidaria y de tolerancia, de mayor unión y menor división, de reconocer y respetar el papel de cada cual en su ámbito, en un ejercicio con responsabilidad, honestidad y transparencia.
Jorge Bergoglio cuando ejerciera el Arzobispado de Buenos Aires fue un luchador de las causas sociales y por cuestionar políticas públicas fue calificado “opositor” por el entonces presidente, Néstor Kirchner, según registra la reciente Historia de Argentina. Esa es la ola que recorre la región, estigmatizados entre unos y otros y cuestionados por hacer críticas.
Bien decía el vicepresidente de la República, Lenín Moreno, que la crítica es necesaria en una democracia y que sería una sociedad tenebrosa si no existiera. Es decir, una sociedad plana, en donde nadie diga nada y que exista el pensamiento único. Por ello la mención de que en el cementerio no hay críticas y una sociedad no puede transformarse en eso. Este ejercicio no significa que tampoco se ejerza una función sin responsabilidad.
Bien reconocía el vicepresidente, que ha cumplido un papel destacado los seis años en este cargo y que han resaltado con justicia los medios de comunicación. Su obra social con discapacitados, la Misión Manuela Espejo y con otros sectores sociales está a la vista, con el impulso del actual gobierno y su Presidente, pero también con su ejercicio de autocrítica y de respeto a las libertades.
Cabe recoger su mensaje de llamado a la calma, la tranquilidad, la reflexión, la tolerancia, a pensar en los grandes objetivos nacionales y a lograr acuerdos en sectores fundamentales en los que se debe caminar por el mismo sendero. A poner fin a la confrontación y a respetar las tareas asumidas por cada sector. Los actores públicos sujetos a la crítica, a la transparencia y a la rendición de cuentas.
El periodismo también hacer autocrítica, porque hay equivocaciones pero esa no es la regla, para ejercer su papel en forma responsable y, como bien argumentaba, no puede callar cuando realiza investigaciones y pone al descubierto la corrupción y otros casos que ocurren en una sociedad y en toda administración.
Estos hechos deben ser procesados pero han fallado escandalosamente los entes de control, jueces, fiscales y en general las autoridades públicas porque la impunidad brilla en el país. Los casos concretos han sido denunciados y están allí.