El papa Francisco y Mandela

El cardenal Jorge Mario Bergoglio, elegido papa a inicios de este año y Nelson Mandela, fallecido cuando el año llegaba a su fin, resultaron los personajes más admirados y reconocidos del 2013. Muchos medios de comunicación eligieron al papa Francisco como el personaje del año y Mandela estuvo entre los favoritos. ¿Qué tienen en común estos dos personajes tan distantes? Los dos representan bien las carencias de nuestro mundo. El músico británico Elton John acuñó una frase para el Papa: "Francisco es un milagro de humildad en la era de la vanidad", que puede aplicarse también a Mandela. Ambos representan valores trascendentes en un mundo de intereses inmediatos.

Otras dos cualidades de Francisco y Mandela debemos destacar porque son compartidas y explican la aceptación universal: el liderazgo genuino y la capacidad de negociación. El liderazgo auténtico puede definirse como la capacidad de inspirar y mover a las personas hacia el bien; se basa en la confianza que despiertan y en la conducta genuina. Con frecuencia se confunde líder con jefe. Jefe es cualquiera que manda, líder el que inspira.

El papa Francisco puede parecer una paradoja porque predica la pobreza y la humildad desde el trono más alto de la tierra. Es convincente porque sus acciones corresponden a sus dichos. No vive en el Vaticano sino en una sencilla residencia con otros sacerdotes y tiene gestos como desayunar con mendigos, besar la cara a un hombre desfigurado o lavar los pies a una mujer musulmana. El amor a la pobreza que predica resulta convincente y conmueve a creyentes y no creyentes. Nelson Mandela también mereció crédito por su conducta auténtica. No buscó represalias contra los líderes que le encerraron 27 años en la cárcel, sino que salió a predicar el perdón y la reconciliación. Los dos contrastan con diminutos líderes que controlan la información y decoran su figura mediante la publicidad, que cobran viejas deudas personales desde el poder o reprimen a los que no comparten sus ideas. Los líderes genuinos como Francisco y Mandela consiguen la adhesión espontánea y no para ellos sino para la causa que persiguen.

La otra característica que comparten los dos personajes es la capacidad de acercar a los contrincantes y conducirlos a una meta común. El papa Francisco está reformando una Iglesia amenazada, sin provocar un cisma ni entregando el futuro a uno de los bandos. Su transparencia y sus modales hacen parecer ahora fácil la tarea que lucía imposible.

Mandela enfrentó una situación tensa y peligrosa. Un líder autoritario hubiera provocado una guerra civil si no lograba, como Mandela, reducir los temores de los destronados y disipar la sed de venganza de los triunfadores. Logró persuadir a los dos bandos que había un objetivo común por el que podían luchar juntos. Francisco y Mandela son héroes para nuestro tiempo.

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